Día de la Gente de Mar
«El mar siempre se sale con la suya y nosotros nos adaptamos a su antojo»
La falta de monotonía es el principal atractivo de un trabajo en el que muchas veces se pone la vida en riesgo
«La mar nos marca las pautas cada día según su estado de ánimo y tenemos que trabajar en función de él. No hay dos jornadas iguales, todo es una aventura», con 40 años de pesca a sus espaldas, 36 de ellos como almadrabero, así habla Antonio Ponce Alba, capitán de la almadraba de Conil . «Aquí no existen horarios, los marcan las mareas, la luna y el viento. Del conocimiento que se tenga de ello depende el éxito o fracaso del pescador», afirma el veterano.
Para Antonio, que como capitán de la almadraba se ocupa de la dirección técnica de la misma, la pesca lo es todo. «No es solo un trabajo, sino una forma de vida de la que me siento totalmente satisfecho», declara. Por eso, no se imagina en otro lugar «ni lo deseo ni creo que fuera capaz de adaptarme a otro trabajo. Para lo bueno y para lo malo soy pescador ».
«Quien se hace marinero, muere siendo marinero»
Un entusiasmo que ha heredado su hijo, Antonio Manuel Ponce Ligero que, con tan solo 36 años, ya lleva 20 trabajando en la mar, los últimos nueve como tercer capitán de la almadraba de Conil. Antonio Manuel no tuvo duda. Vivió la pesca desde niño, yendo con su padre al muelle pesquero «cada vez que podía», con una caña entre sus pequeñas manos. «Fue amor a primera vista» , asegura, «y cuando quise darme cuenta ya trabajaba los meses de verano». Por eso, a los 16 años dejó los estudios «para Dedicarme de lleno a la pesca» y a los 20 entró en la almadraba.
Se encarga de ayudar al primer capitán (su padre) en el montaje, la cala, la pesca y la leva de la almadraba . Es su pasión «y no lo cambiaría por nada». «Quien se hace marinero, muere siendo marinero», sentencia.
«Somos los últimos cazadores. Salimos a capturar peces y nos jugamos la vida todos los días» , declara Antonio. Si bien es cierto que en el mar no existe la monotonía también lo es que es un trabajo duro. «Pasas frío, calor, te mojas... Cuando el mar está bravo hay que apechugar y seguir trabajando. Si lo pienso fríamente creo que el mar te da más sinsabores que alegrías. Por eso, cuando te da una alegría se agradece y se disfruta tanto», explica. Aunque aún es joven, se imagina jubilándose estando en la mar. «Si de mí depende, dedicaré toda mi vida a este hermoso trabajo», asegura.
«Hay que salir a la mar a buscar pescado para poder comer»
La gente que trabaja en el mar está hecha de una pasta especial. «Para esto hay que valer y no todo el mundo vale. Las condiciones en las que trabajamos con temporales, oleaje, es duro. Hay que coger el pescado, echar muchas horas» , asegura Alfonso Reyes, patrón mayor de la cofradía de pescadores de Barbate desde hace ocho años.
Gaditano y de padre armador («llegó a tener tres barcos y unos 120 trabajadores», explica), ha pasado 30 años en la mar, desde que a los 21 empezó a trabajar con su progenitor. «Esto es muy sacrificado, es echar muchas horas despiertos. Salimos a las 19 horas y llegamos al otro día a las 10 o las 11 horas. Después hay que vender el pescado. Total, que se duermen unas 5 horas al máximo al día», explica. «Este es el sustento. Aquí hay que salir a la mar a buscar pescado para poder comer», detalla Alfonso. No obstante, a pesar de los duro del trabajo, coincide con sus compañeros «la mar es a lo que más cariño le tengo y lo que más me gusta».
Ahora, como patrón mayor de la cofradía de pescadores de Barbate, afirma que lo que más le gusta de su actual trabajo es ayudar a sus compañeros. «Las cofradías somos organismos sin ánimo de lucro, que representamos a todo el sector pesquero y hacemos de intrmediarios entre los pescadores y las administraciones. También somos el órgano de consulta, llevamos la tramitación de ayudas y subvenciones de licencias de pesca con otros países como Marruecos, entre otras cosas», explica Alfonso. «Defendemos a pescadores y armadores. Que cada uno pueda hacer su trabajo y todos de la mano para que los barcos no se pierdan y poder tener un trabajo digno », detalla.
La pesca no pasa por buen momento. Cuando Alfonso empezó en el oficio en Barbate había unos 200 barcos y eran unos 4.000 trabajadores. Ahora, dice el patrón mayor, hay apenas 25 barcos y unos 400 trabajadores. Además, denuncia «ahora el pescado no vale dinero». «Vendemos muy barato en lonja y luego en el mercado el pescado está a un precio elevado. Por ejemplo, la semana pasada hemos estado vendiendo la caja de boquerones de 7 kilos a cinco euros. Y en los mercados están saliendo a 3 o 4 euros el kilo. Por lo tanto, aquí quien gana dinero son los intermediarios, que se están llevando nuestro sacrificio ».
Recuerda con dolor el hundimiento del Pepita Aurora. Y advierte, «es lo que tiene la mar. Nosotros salimos todos los días a un trabajo, pero no sabemos si vamos a regresar . Por eso, rezamos a la Virgen del Carmen al salir y cuando llegamos sanos y salvos a tierra para poder ver a nuestras mujeres e hijos».
Quiere seguir en la cofradía hasta que se jubile, «si los compañeros me siguen votando». Afirma que ya se está viendo el fruto de la gestión del trabajo de estos ocho años. «Tanto es así que ahora hemos montado una Organización de Productores Pesqueros , con 21 barcos y vamos a empezar a trabajar en comercialización y distribución. Queremos dar valor a un producto de tan alta calidad como es nuestro pescado. El objetivo es unirnos todos y que podamos seguir subsistiendo, que no se pierda ninguna empresa ni puesto de trabajo más en Barbate y que las empresas sean rentables y los trabajadores puedan llevar un jornal digno a sus casas».
«El mar es caprichoso»
Otros que dedican su vida a la mar son los miembros de la Armada Española. Militares como el teniente de navío Antonio Morales Téllez , sanluqueño de 31 años y destinado en el buque 'Juan Carlos I'. Lleva 11 años en la Armada y decidió ser marino «por vocación». «Me llamaba la atención el mundo militar y tenía algún conocido dentro de la Armada que me contaba un poco que hacía y como esta vida. Al acabar el instituto lo tenía como una de mis opciones y, aunque no era la primera, me alegro de haber elegido está profesión», afirma.
Ahora es el oficial de propulsión del 'Juan Carlos I', y se dedica a «los motores y la turbina de gas, las hélices de maniobra y los POD (todo en su parte mecánica), así como a varios equipos auxiliares del buque». No obstante, puntualiza, «dentro del destino de propulsión hay varios suboficiales, así como personal de tropa y marinería que son los que llevan todo el peso del trabajo». Además, durante las navegaciones es el oficial de guardia en puente.
Subraya que su trabajo le da la posibilidad de ver mundo . «No vas de vacaciones pero siempre hace ilusión conocer lugares distintos», declara. Así como conocer a compañeros que después se convierten en buenos amigos. Y, aunque reencontrarse con la familia tras una navegación es motivo de alegría, también separarse de ellos durante meses es el mayor sinsabor.
Lo que más le gusta de su profesión es el compañerismo y la falta de monotonía . «Es un trabajo donde ningún día es como el anterior. Un día estás realizando un tipo de operación y al otro otra distinta, haciendo que una misma unidad sea capaz de realizar varios tipos de operaciones. Y si cambias de unidad, por ejemplo de un cazaminas a un buque anfibio, aunque las operaciones están relacionadas son unidades con operaciones muy diferentes», explica el teniente de navío Morales.
A la pregunta de si los marinos son gente especial, no sabe qué respondernos. «Hemos escogido una profesión donde los valores como el compañerismo, la disciplina, la lealtad … son importantes para poder llevar a cabo nuestra labor durante periodos prolongados de tiempo dentro de un espacio limitado, donde vivir y trabajar al mismo tiempo, cuando las condiciones meteorológicas son favorables o adversas… No sé si llamarlo especial o diferente», admite.
Y es que, trabajar en el mar es algo distinto a hacerlo en cualquier otro entorno. «El mar es caprichoso, trabajar en el mar requiere ser muy flexible y de tener una gran capacidad de adaptación a la hora de planificar cualquier operación, ya que el tiempo es incontrolable. En este caso no hablo solo de trabajar como marino militar, pienso que trabajar en el mar en general es distinto », declara el tentiente de navío. «Sigue siendo un medio que queremos controlar pero que siempre que quiere se sale con la suya, haciendo que tengamos que adaptarnos a su antojo».