CATALUÑA

Gaditanos en la encrucijada catalana

Viven en Barcelona desde hace años y han visto cómo las esteladas han ido inundando las calles. Varios gaditanos cuentan cómo han encarado el 1-O

VERÓNICA SÁNCHEZ

«Me dijeron que los andaluces vivían de las ayudas que pagaban los catalanes , a lo que yo respondí, ¿tú has visitado alguna vez Andalucía?», cuenta Javier Tomás, un gaditano que llegó a Barcelona hace tres años y medio por cuestiones de trabajo.

Este ingeniero de 32 años dedicado a la industria farmacéutica y química asegura que los independentistas radicales son una minoría pero que esta especie de «mantra» de que «Cataluña lleva a España a cuestas» se ha ido extendiendo en los últimos tiempos.

Desde hace algunos meses el ambiente ha cambiado en la metrópoli, algo especialmente palpable desde la aprobación a principios del pasado mes de septiembre de la ley de transitoriedad jurídica y fundacional o «ley de desconexión» catalana, tal y como asegura Javier Romero, un joven jerezano de 25 años que desde hace uno y medio habita en la ciudad condal.

Generar odio

«Si antes el 50% de la población era independentista, ahora este porcentaje se ha incrementado notablemente», afirma, «de hecho, amigas mías catalanas con las que estudié en Cádiz y que antes estaban en contra de la independencia, ahora se lo plantean». Y como muestra, pone un ejemplo, «el año pasado estuve en la Diada (Día de Cataluña, que se celebra el 11 de septiembre) y había muchas banderas catalanas (senyeras) y españolas, este año todas eran esteladas (pro-independencia)».

Aseguran que la gran mayoría de los independentistas son respetuosos y dialogantes

El motivo, según este joven que se declara abiertamente defensor de la unidad de España, es que «las fuerzas políticas independentistas se están haciendo valer de la actuación de la Policía Nacional y de la Guardia Civil para argumentar que son reprimidos por el Estado español y lo único que están consiguiendo es generar odio».

«La mayoría de los catalanes quiere votar pero hubiera preferido otra solución», opina Fabián Selles, informático de 32 años que hace seis preparó la maleta y se fue a Barcelona para buscar trabajo y lo consiguió. Afirma Fabián que la gente de su entorno ha seguido el ‘proces’ muy de cerca, atentos a cualquier noticia y con gran interés por lo que pudiera pasar, sobre todo en relación a la actuación de las fuerzas de seguridad. Y que tanto los favorables al referéndum de este domingo como los contrarios a él sienten «indignación» porque las medidas que se han aplicado por parte, tanto del Gobierno central como de la Generalitat, son «poco políticamente correctas y no llevan al diálogo».

«En las conversaciones siempre sale el tema de la independencia», afirma Javier Tomás, «se nota que hay tensión». Por su calle, alejada del centro de Barcelona, se ven más pintadas y esteladas. Se muestra especialmente sorprendido por la juventud de los pro-independentistas que pegan carteles por el barrio , de entre 16 y 20 años. Y por las pancartas en la escuela exigiendo educación en catalán, en los que subyace el reclamo independentista.

Ahí empieza todo, en los colegios, en casa y en la universidad. «La historia que se estudia aquí es diferente a la que se estudia en el resto de lugares», señala Javier Tomás, y pone como caso lo sorprendida que se mostraba su expareja, historiadora francesa, al comprobarlo.

«Se culpa al exterior de los problemas internos y parte viene de fuera, pero también parte pertenece a dentro», afirma. «El Gobierno no ha hecho el trabajo y el Govern lo ha usado a su favor», declara el ingeniero, que defiende un referéndum pactado «sin las triquiñuelas que está haciendo el Govern».

Respeto y convivencia

Si en algo están completamente de acuerdo estos tres gaditanos es de que la gran mayoría de los catalanes independentistas son pacíficos y con los que se puede dialogar desde posturas diferentes sin ningún tipo de problema. « Solo el 10% son radicales », asegura Javier Romero, que luce en una de sus muñecas una pulsera con la bandera de España.

Se enfrentan al día después del referéndum ilegal con inquietud pero sin ningún miedo

«Siempre la llevo, trabajo en una tienda de ropa, cara al público y nunca nadie me ha dicho nada. Además me paseo con camisetas que tienen la bandera española y jamás he tenido ningún problema», declara. « La mayoría del pueblo catalán es respetuoso », cuenta. De hecho, su novia es de Girona y él asistió al partido de fútbol entre el equipo de esa ciudad y el Cádiz C.F. «con mi camiseta del Cádiz y una bandera de España, me senté en la parte de la afición del Girona, ganó el Cádiz y lo celebré y nadie me dijo nada». Y es que todos tienen la sensación de que el referéndum ha sido aprovechado por radicales de uno y otro lado.

Inquietud, no miedo

Los tres podrían haber votado ayer pero poco antes del referéndum ilegal Fabián no tenía claro lo que iba a hacer. «No estoy muy a favor de la independencia pero no sé si mi ‘no’ se interpretaría como un apoyo al gobierno del PP, por eso no sé lo que hacer, porque creo que las acciones que ha tomado han sido desmedidas y deberían haber apostado por el diálogo ». De la misma opinión es Javier Tomás, mientras que Romero era tajante, «no voy a votar porque es un referéndum ilegal», contaba poco antes de acudir a la manifestación por la unidad de España que se celebró el sábado.

Respecto a lo que ocurrirá en adelante ninguno de ellos ve una solución a corto ni medio plazo . Javier Tomás cuenta que tiene un poco de «inquietud pero no miedo» sobre lo que pueda pasar, ya que su empresa está radicada en Cataluña. La misma sensación de inquietud la comparte Fabián, aunque asegura que si la situación para los no catalanes cambia «me voy y ya está, no pasa nada. Creo que se ha abierto un proceso de cambio y que mucha gente de aquí tiene un sentimiento que va más allá de la razón y que yo no tengo».

«No siento miedo por la posible independencia ni a represalias, seguiré haciendo mi vida normal», afirma Javier Romero, que se muestra orgulloso de ser andaluz y español. Lo resume en una frase, «España somos todos y la unidad es lo que hace fuerte a un país».

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