El terremoto de México

Un gaditano entre los escombros en México: «Mi casa se movía como un barco»

Diego Vázquez ha sufrido en la capital las consecuencias del grave sismo: «El edificio donde vivo está agrietado, pero no parece que se vaya a caer»

Con «el susto en el cuerpo todavía», teme a las réplicas. «He dormido con una cacerola en la repisa para despertar si se caía por otro movimiento»

Los operarios intentan rescatar a las personas atrapadas entre los escombros. AFP

JOSÉ MARÍA AGUILERA

«Creía, de verdad, que esta vez no salía de aquí» . La voz de Diego Vázquez suena calmada al otro lado del teléfono, horas después de registrarse en Ciudad de México el terremoto más devastador desde aquel de 1985. El mismo día, maldito 19 de septiembre.

El gaditano suma en sus seis años de vivencias en la capital azteca más de un susto de muerte. Y más de dos y de tres. Porque los sismos son más comunes de lo habitual, y de lo deseable, en esa zona del planeta. Pero eso no impide que «aún tenga el miedo agarrado en el cuerpo» . Especialmente cuando se asoma por la ventana de su vivienda, un duodécimo, donde puede apreciar como un e dificio cercano, a cuatro manzanas, se ha desmoronado como un castillo de arena al embate de la marea. Continúan rescatando personas entre los escombros. Ya se cuentan 44 casas derrumbadas pero los fríos números irán aumentando en este goteo incesante de pérdidas y cadáveres.

Imagen de como encontró Diego su vivienda.

Para Diego ha sido la segunda parte del sufrido hace diez días, de mayor magnitud en la escala Richter (8,4 frente al 7,1 de este martes). «Pero este ha causado más daño », aclara. «El epicentro estaba más cerca, entre los estados de Morelo y Puebla, y más superficial. El otro fue de menos a más, pero este ha sido más corto y más duro».

Dos horas antes, a las 11, realizaban el tradicional simulacro con el que se conmemoraba la tragedia de 1985, que arrasó con más de diez mil personas. A las 13,14, David y los ocupantes de las oficinas donde trabaja olvidaban todo el protoloco para lanzarse escaleras abajo, hacia la calle, ante la fuerza del movimiento. «No he corrido más en vida», relata, «entre gritos y llantos porque, aunque este país está preparado, era una situación de pánico».

En la antigua DF existen zonas habilitadas y señaladas para ocupar en caso de sismo. Una vez superado el temblor, V ázquez se desplazaba a su vivienda , en el mismo barrio de Polanco pero aún así a distancia considerable (es la ciudad más extensa del mundo y la tercera más poblada). Su primera preocupación consistía en contactar con su pareja, lo que logró tres horas y media después porque las comunicaciones no funcionaban. Inmediatamente escribió a su familia en España: «Que sepan que estoy bien. Insisto, que sepan que estoy bien», rezaba el mensaje, aliviando a madre y hermanos.

El edificio, resquebrajado

Al llegar a su edificio, lo encontraba repleto de grietas, desquebrajado. «Protección Civil no nos dejaba entrar más que para coger medicinas y cosas esenciales. Agarramos unas mudas, dinero, el pasaporte, por si debíamos dormir fuera. Pero nos han asegurado que no hay peligro de derrumbe ». ¿Y te lo crees? «Sí, me lo creo. El terremoto ha arrasado con las viviendas antiguas, las anteriores al 85, pero desde entonces se sigue un severo protocolo de seguridad en la construcción». Recuerda que en el anterior terremoto «fue de noche y mi casa se movía como un barco, de un lado a otro . Entonces sí pensé que todo se acababa».

Diego Vázquez lleva seis años viviendo en México.

Un gaditano entre los escombros en México: «Mi casa se movía como un barco»

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