AGRICULTURA
La flor cortada gaditana rebrota en la víspera de Todos los Santos
El sector quedó sumido en la ruina la pasada primavera por el coronavirus y agota ahora su último cartucho para salvar el año
Los invernaderos de la Costa Noroeste se encuentran a pleno rendimiento
El sector de la flor cortada vuelve a brotar con fuerza en la Costa Noroeste de Cádiz después de un año fatídico con más de 23 millones de euros en pérdidas solo entre marzo y abril , es decir, durante los meses clave de producción y distribución. La ausencia de una primavera plena por culpa del coronavirus acabó con todas las expectativas de los agricultores gaditanos y marchitó la cosecha que se había preparado antes del confinamiento para cubrir la fuerte demanda que sobreviene en esas fechas gracias a la celebración de la Semana Santa, el Día de la Madre, la romería del Rocío y las fiestas populares.
La producción completa que afloró en los primeros días de la pandemia en Rota, Sanlúcar y Chipiona -epicentro nacional de la flor cortada- se fueron directamente al vertedero. Cientos de agricultores terminaron triturando millones de tallos para estiércol ante la imposibilidad de colocarlos en los mercados nacionales e internacionales. No hay que olvidar que el 70% del negocio de la flor cortada gaditana se genera en primavera y el 30% restante se deja para la festividad de los Santos Difuntos y la Navidad. Como bien indica Luis Manuel Rivera , de COAG-Chipiona, la flor cortada arranca cada año en el mes de febrero con la celebración de San Valentín (Día de los Enamorados) y sigue su escalada con el Día del Padre, en marzo, la Semana Santa, en abril, el Día de la Madre y las comuniones, en mayo, hasta rematar con las ferias y verbenas. Sin embargo, la ausencia de estos eventos durante 2020 ha dejado al sector tocado de muerte.
La flor cortada mueve en la provincia unos 6.000 empleos . Andalucía lidera este sector, con más del 50% de la producción nacional, que se traduce en unas 1.000 hectáreas y una facturación de 4.200 millones de euros , de los que 3.000 millones se distribuyen entre Chipiona, Sanlúcar, Jerez, Arcos y Rota, en Cádiz, que es la primera provincia productora del país.
Los invernaderos de la Costa Noroeste de Cádiz vuelven a tener luz y color gracias a la recolección que se lleva a cabo ahora para abastecer los mercados con motivo de la celebración del Día de los Santos el próximo 1 de noviembre . Se trata del último cartucho que tienen a mano los agricultores de la zona para levantar el vuelo y empezar el año 2021 con otro ánimo. En el camino han quedado un 20% de profesionales que optaron por no sembrar. Otros, por el contrario, cambiaron el rumbo de su plantación para esquivar la ruina. Este fue el caso de Miguel Lázaro , de Chipiona, que optó a mediados de año por sustituir su plantación de flores por la de sandías. El coronavirus obligó a muchos de estos profesionales, que ocupan unas 350 hectáreas en el marco de la Costa Noroeste, a sembrar hortalizas ante la defunción de las flores por la pandemia.
El sector mueve unos 6.000 empleos en la provincia y ocupa 350 hectáreas en Rota, Sanlúcar y Chipiona
Sin embargo, el verano ha traído nuevos brotes de esperanza y los floricultores han retomado con más fuerza si cabe su producción. En estos momentos los invernaderos de la zona se encuentran a plena ebullición con la manipulación de la flor cortada y su envío a las comercializadoras .
El impacto del coronavirus ha llevado a los agricultores a una delicada situación económica y han solicitado por ello ayudas al Gobierno de la nación para sobrevivir y mantener a flote sus empresas. En Holanda, por ejemplo, se han inyectado 600 millones de euros para salvaguardar lo que consideran un sector estratégico de su economía.
Luis Manuel Rivera, conocido como 'Lima', es responsable de flor cortada en Andalucía de la organización COAG y presidente de la asociación de Agricultores Costa Noroeste de Cádiz, aclara que los «floricultores no hemos tenido ingresos este año y se ha tenido que hacer frente a la declaración de la renta del ejercicio de 2019, que estuvo plagada de pérdidas por enfermedades: una plaga dejó mermas de hasta el 50% en claveles, lilium, paniculatas y solidago, mientras que el virus del tomate acabó por completo con la cosecha de crisantemo».
El responsable de flor cortada de la organización agraria recuerda que la reducción de módulos es una reivindicación histórica del sector , ya que el baremo actual data de hace de más de treinta años, cuando la flor valía dinero y los costes de producción eran mucho más bajos, sobre todo en plásticos, fitosanitarios, abonos y mano de obra.