Ucranianos en España
Un entrenador de Crimea ayuda a un niño ucraniano atrapado en El Puerto
La vela ha unido a estos dos refugiados, regatistas, que estos días compiten juntos en aguas de la Bahía pero que irremediablemente tienen su mente puesta en lo que están sufriendo sus familiares y amigos en medio de la guerra
«Llevo desde 2014 intentando escapar de este conflicto pero todo vuelve», lamenta X., quien ya vivió entonces la invasión militar rusa de su tierra
Lo llamaremos X. No podemos dar su nombre. La guerra no permite darlo. La seguridad es precisamente más vital que nunca cuando el terror está asolando un país y tiene también encogidos a muchos de los que están supuestamente en el otro bando. Pues X. es el protagonista de esta historia y personaliza el sentimiento que están sufriendo miles de personas que por haber nacido en un sitio determinado, a un lado u otro de fronteras impuestas no pueden ahora conciliar el sueño en paz. No pueden vivir tranquilos y por eso mismo tienen que superarlo, sobreviviendo.
X. cuenta en un inglés con un duro acento del Este que él es ucraniano. En realidad nació en Ucrania pero se fue a vivir pronto junto a su familia a Crimea , una tierra disputada desde la disolución de la Unión Soviética entre Rusia y Ucrania. Y su vida, personal y profesional como deportista de élite, siempre la ha manejado como ha podido entre esos dos pueblos.
Ahora, estos días, está en El Puerto de Santa María dedicándose a su trabajo pero con la irremediable sensación de tener su mente y su corazón a miles de kilómetros. «Esto es muy complicado para todos», comienza la charla con rictus serio y lleno de preocupación. Él es actualmente entrenador de vela y esta semana está en El Puerto de Santa María en la regata International iQFOil Games Cadiz, de la nueva clase olímpica iQFOil, una competición que organiza la Federación Andaluza de Vela en su sede de Puerto Sherry. En ella participan 140 deportistas de hasta veinte países y es el evento más importante de esta clase. X. lleva a O. un chico de unos 15 años, ucraniano, al que le está prestando todo su apoyo y ayuda en estos duros momentos en los que el chico no sabe ni siquiera si podrá volver a casa.
Pero para X. esta situación no es nueva. Ya la vivió en 2014 , cuando tras otra crisis y la intervención militar rusa la península de Crimea fue anexionada a Rusia como república federal. Desde entonces, para un lado son rusos y para otros, ucranianos ocupados. Una lucha que ha continuado siempre presente bajo una tensión permanente, entre otras cuestiones, por hacerse con el acceso al Mar Negro y al Mar Azov.
Y justamente fue el mar lo que ayudó y empujó a este regatista a salir de allí. A buscarse la vida. Comenzó a competir para varios equipos y posteriormente como federado en Rusia y para otros clubes. Pero ahora no puede volver «porque está todo parado. Están bloqueados allí», cuenta. Sin embargo, hace años consiguió la residencia española debido a que tiene a una hija viviendo aquí. Pero parte de su familia continúa en «tierra de nadie» .
«Mis padres están en Crimea, a salvo, seguros, pero tengo otra parte de la familia en Ucrania. Hace unos cuatro días pude contactar con ellos y me dijeron que estaban en medio de la guerra, en fuego cruzado. Quieren salir de allí pero tendrían que ir hacia el este y por ahí no les dejan ir». Su inquietud, obviamente, es «máxima». «Mi padre ha sufrido dos infartos cerebrales, quiero ayudarles pero no puedo». «Llevo desde 2014 intentando escapar de este conflicto pero todo vuelve».
«¿Y qué vas a hacer?», X. guarda silencio. Piensa y mira al frente sin pestañear. «No lo sé. Por supuesto algún día iré a por mis padres, intentaré buscar algún trabajo en Europa...», para y lamenta. «Normalmente solía ir una vez al mes a Crimea (no Rusía, insiste), pero ahora no puedo, los vuelos están cancelados y además no es seguro. Para los rusos soy un extranjero».
Y en esta situación tan especial X. está haciendo lo que puede . De momento un acto de concordia y solidaridad sin límites, ayudar al chico ucraniano con el que tiene contacto permanente estos días más allá del campo de regatasda . Tanto a él como a otros jóvenes de estas zonas de conflicto que están en esta misma situación, sin casi poder saber de los suyos.
«Es difícil. Les digo que, mientras esto dure, piensen en mantenerse a salvo, que una cosa es lo que pasa en tierra y otra lo que pase en el mar y que intenten focalizar su cabeza en eso, es su trabajo». Aunque él mismo sabe lo que cuesta. «Justo ayer la ciudad del chico al que entreno fue atacada... sus padres ya habían salido de allí días antes». «Bueno... al menos, mientras que sepan que sus familias están bien ellos pueden conseguirlo. Yo lo vivo desde hace ocho años e intento llevarlo mejor. Como se puede».