FIT 2021
'La despedida', documental y testimonio sin teatro
En poco menos de una hora viajamos a Colombia y parte de sus historia bélica sin ser tocados siquiera por la problemática pretendida.
Un antiguo campamento guerrillero convertido en museo luego de los acuerdos de paz del 2019 entre la FARC y el gobierno colombiano es visitado por Mapa Teatro para dar origen a su montaje ‘ La despedida ’. De la estancia, queda registro videográfico y este soporte será parte medular del montaje.
Según la compañía, esta propuesta es la última pieza de un proyecto titulado ‘Anatomía de la Violencia en Colombia’, iniciado en el 2010, y que intenta poner en escena la permanente tensión entre fiesta y violencia arraigada en la vida cotidiana del país.
En escena, tres carros, tres plataformas móviles que sirven de distintos escenarios a veces utilizados de manera simultánea y complementaria y que reproducen en ocasiones la selva, el campamento en cuestión, alguna sala, etc.
La exposición de hechos, la simulación documental de lo experimentado por la compañía, además de verlo en una pantalla central, lo vemos a veces también escenificado. La pieza es absolutamente expositiva, salvo alguna canción o pieza musical. Todo parece indicar que la intencionalidad del grupo es meramente testimonial, sin más.
Simplemente vemos una reproducción de lo sucedido rodeado de medios mal aprovechados y sin apenas versatilidad o planteamiento rítmico ni estético. Palabras sin acción, escenas sin conflicto ni peripecia alguna, dan como resultado un relato de sobra aburrido y poco interesante cargado de recursos escénicos sin una utilización justificada teatralmente hablando.
No podemos definir esta propuesta como teatro documental pues precisamente no hay teatro por ningún lado; tan sólo unos cuantos ramalazos pseudointelectuales que terminan pareciendo una oda o parodia al comunismo por medio de una danza en la que bailotean metafóricamente Marx, Mao, Lenin, el Che o Fidel Castro.
Desatinada y desanimada propuesta de un país que nos tenía acostumbrados en anteriores ediciones del FIT a propuestas mucho más inteligentes, arriesgadas y actuales.
Colombia es sin duda un país con una tradición teatral en la que hay que mirarse cada vez que se pueda. Lástima que en esta ocasión no hubo espejo en el cual mirarnos.
Seguramente en los conversatorios que se llevan a cabo en la sede del FIT sabrán inventarse algo que sustente la presencia de este montaje en la programación, o bien, sacar conclusiones brillantes de esta propuesta que como un cohete, despega sin rumbo ni planeta teatral en el cual aterrizar.
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