CRÓNICA
Una «desgracia» que ha sacudido a todo un pueblo
El pueblo serrano de Arcos despierta el primero de junio sumido en la consternación tras el asesinato de un bebé de ocho meses a manos presuntamente de su padre
Eran aproximadamente las siete de la mañana cuando la paz se resquebrajaba en el municipio serrano de Arcos de la Frontera, un pueblo tranquilo donde sus vecinos presumen a menudo de calma y sosiego. Pero, de repente, todo eso se vino abajo. Fue en el mismo momento en el que supuestamente Isidro quiso que su bebé parara de llorar para que nadie se enterara del ruido que sí había en su casa. El de los gritos y los golpes.
Entonces, cuando todo ocurrió, la triste noticia de que el hijo de Isidro y Sara había sido asfixiado presuntamente a manos de su propio padre , se coló rápido por todas las casas, comercios y bares del pueblo. «Pasará mucho tiempo hasta que yo me pueda creer que ha pasado algo así...», lamenta una vecina. «Nadie se imaginaba que pudiera hacer eso porque estaba todo el día con el niño. Creo que estaban discutiendo y el bebé no dejaba de llorar, le puso la mano en la boca para que se callara y... », otra vecina no puede seguir contando el desgraciado final.
«Se le ha tenido que ir la cabeza. No hay otra forma de verlo», explica un joven que aporta un nuevo dato. «Esta última semana sí era bastante habitual verlos en la calle discutir. Tenían problemas desde hace tiempo».
«Yo tengo tres niños y vivir algo así, en mi calle, me ha destrozado. Lo ves en la tele y no te lo crees, así que imagina lo que es que pase a tu lado». Habla una de las testigos del suceso. Ella escuchó los «porrazos » de madrugada. «Oí golpes pero nunca te puedes llegar a esperar que ocurra esta tremenda desgracia. Conocía a ese niño, estoy con ansiedad... es terrible», se emociona.
«Cuando llegué a trabajar esta mañana estaba la calle llena de Guardia Civil», relata el propietario de un establecimiento cercano. «Nunca había visto algo así». Ya era la una del mediodía y el Barrio Bajo de Arcos ya había cambiado. El terror y la violencia habían dejado su firma de madrugada y poco o nada se podía hacer ya.
Una pareja «con problemas» y un padre que «cuidaba de su bebé»
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