Acoso Escolar

Denuncia el acoso homófobo que sufre su hijo de 13 años en el instituto: «Si mi hijo se achanta y se queda en una esquina, al día siguiente no le insultan, le pegan»

Marcos no ha dejado de recibir insultos por su condición sexual desde que empezó las clases en un instituto de Puerto Real

«Su hermano se pasó todo el año borrando pintadas en el instituto en las que ponía ‘Marcos maricón’», explica

Montserrat Sánchez, madre de Marcos

B. Bernáldez

Montserrat no puede más . El grito de desperación de una madre que sufre a diario el acoso homófobo que recibe su hijo en el instituto, ha llegado a distintos medios y redes sociales. Marcos, de tan sólo 13 años, lleva casi dos años recibiendo insultos y vejaciones por su condición sexual en su instituto, el IES La Algaida de Puerto Real.

«Esta lucha no es sólo por mi hijo, es por todos vosotros» , expresaba Montserrat en la primera denuncia pública el pasado 14 de octubre, después de una llamada que recibió del instituto donde estudia su hijo: «Marcos tiene que madurar y no hacer caso a lo que le dicen» , escuchaba al otro lado del teléfono.

Pero, ¿qué pasa si Marcos se defiende? Que le amonestan con un parte disciplinario. «Yo le castigaba cuando llegaba con un parte a casa y no le creía» , explicaba, «pero ya no me voy a callar más». Adolescentes y menores como Marcos, que sufren acoso homófobo u otro tipo de agresión en el colegio, a menudo no se defienden para no llegar a casa con una amonestación disciplinaria, y este, es uno de los principales problemas que ha detectado esta madre de Puerto Real.

Ahora, Montserrat ha decidido seguir adelante con la denuncia, apoyando la condición sexual de su hijo y exponiendo que «es libre de amar a quien le dé la gana, porque en casa le hemos dado libertad de ser quien quiera ser y amar a quien quiera».

Asegura también que durante el curso anterior, el hermano de Marcos «se pasó todo el año borrando pintadas en el instituto en las que ponía ‘Marcos maricón’ , para que no sufriera cuando lo viese». Montse, que no puede más con esta situación, considera injusta la posición del instituto y la falta de apoyo por parte del equipo docente: «Mi hijo sufre insultos homófobos, pintadas y lo acosan todos los días , y el centro me dice que lo que le falta es madurar».

El año pasado, Marcos, cansado de las vejaciones , respondió a uno de sus compañersos que le dijo que se le marcaba el coño, y él, contestó que «se le marcaría a su puta madre». Esto, según explica molesta su madre, provocó su expulsión y la de su agresor y «una vez más se castigó a la víctima y al verdugo» .

«Si mi hijo se achanta y se queda en una esquina, al día siguiente no le insultan, le pegan. ¿Nos olvidamos ya de todos los delitos de odio que ha habido este año? ¿A todos los jóvenes que han pegado? Y no me vale que luego se dé una charla o se cuelgue la bandera en el colegio, quiero ver un compromiso real con mi hijo y con el resto de alumnos que son como él», reclama Montserrat.

El pasado 14 de octubre, mismo día en que la madre hiciera pública su denuncia, el instituto lanzó un comunicado argumentando que poco podían hacer si las familias no contribuyen a mejorar el respeto entre todos.

Según explican en la nota, el equipo directivo ha apostado desde su nombramiento por reforzar las estrategias de atención a la diversidad, especialmente aquellas que actúan en defensa de los colectivos más vulnerables [...] En estos casos, por mucho interés que pongamos, estas familias en vez de convertirse en mediadoras de la solución por el bien de sus hijos se convierten en un nuevo obstáculo para la reeducación de malas formas y malos hábitos que por desgracia están en toda nuestra sociedad. Una vez más nos ofrecemos a mediar por el bien de los menores desde el respeto más profundo a todo tipo de condición personal o social, pero siempre y en todo caso, bajo las normas de respeto común a todos de la escuela pública, concluyen.

Cabe recordar que el acoso escolar y homófobo es cada vez más frecuente entre los menores , que a menudo callan por miedo a la represalia y falta de apoyo por parte de las personas adultas, que a pesar de ser conscientes de los hechos, optan por mirar hacia otro lado.

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