VIOLENCIA DE GÉNERO
«¿Cuándo dejé de tener miedo? Cuando di el paso y dije ya»
Relato de una mujer que sufrió durante años malos tratos de su pareja, denunció y logró rehacer su vida en El Puerto
Encerrada en su casa y en ella misma una noche cogió su cuaderno. «Escribir... esa era mi forma de escapar». Él no había regresado. Podía hacer lo que quisiera. Una novedad. Sujetó fuerte el boli y apuntó:«De algo estoy segura. Por más difíciles que sean estos malos momentos se irán y estaré mejor. Ahora, cada amanecer, la única pregunta es ‘por qué’ pero no hay respuesta . Aun así guardo la esperanza de que algún día todo pasará y siempre tendré una razón para seguir adelante. A pesar de la oscuridad, la luz llega...tarda, pero llegará».
En aquel cuarto cobijando su miedo y angustia entre las sábanas se encontraba una mujer. 30 años. Encarcelada en la vida de otro. Del hombre que le había «sometido», del que no la dejaba saludar por la calle, y al que le molestaban constantemente sus palabras , su risa, su perfume, que comprara dulces o manzanas para su hija, que fuera feliz o estuviera triste. «Todo estaba mal».
De esta historia hace ya unos años. Ahora, ella, quien prefiere guardar su identidad, ha recuperado su vida en El Puerto , donde disfruta quedando con amigos, tranquila con su niña, saliendo a pasear, estando donde quiere estar y siendo quien quiere ser. Su testimonio pone voz a las cifras. Le da realismo a una lacra llamada violencia de género que sigue arrojando víctimas, mujeres u hombres, que un día se cruzaron con su peor enemigo.
El antes
«Esto no empieza el día que te vas, siempre hay un antes. Momentos en los que ni siquiera te das cuenta que te está ocurriendo», cuenta. «Recuerdo cuando él se enfadaba y me decía: ‘¡pareces política saludando a toda la gente!’. Entonces me reía. Me parecía normal. Que me quería y que era su propia inseguridad lo que le provocaba aquello . Pero no era solo eso.Eran muchas las veces que me hacía sentir mal. ‘Es que me quiere’, lo excusaba yo».
Por motivos de trabajo tuvieron que separarse. Ocho años en los que él decidió que esta joven entonces de veintitantos años no estudiara . «Ahora me arrepiento tanto... pude hacer mi carrera y no la hice por no enfadarle». Pero mientras que a ella le decía a todo que ‘no’ a otra le decía que ‘sí’ . «Cuando volvimos a reunirnos me dijo que me tenía que contar algo, que tenía otra pareja y... ¡dos hijos!». Pero, a pesar de todo, de nuevo, consiguió su perdón. « Cambié de país y estaba sola, nada más que lo tenía él . Era como si no pensara». Lo intentaron o más bien lo forzaron. Hasta que un día cualquiera, en el supermercado, comenzó el cambio. «Estaba comprando, sólo me daba 40 euros al mes para nuestra hija y para nosotros . Yo le había pedido más porque la nevera estaba vacía y él trabajaba. De repente, allí, entre los estantes, me puse a llorar. No podía parar». Fue entonces cuando se le acercó una trabajadora del establecimiento. «Me preguntó qué me pasaba. ‘No quiero estar donde estoy’ le dije... ‘Bueno... no quiero estar’». Aquella persona le empezó a abrir los ojos pero la situación fue empeorando en casa. «Reñíamos por todo. Gritos, malas palabras, hasta que estalló».
Fue un asunto de unos papeles lo que desencadenó la última gran bronca. Pero esta vez no habría solo palabras. « Me empujó a la pared y me tiró al suelo, cuando cogí el móvil para pedir ayuda y estaba llamando a emergencias me dio un bofetón y otro y otro... Fue mi niña quien cogió el teléfono y dio la dirección. A mi no me había dado tiempo». Mientras llegaba la policía las amenazas no pararon. «Me quería asustar para que no le denunciara pero no pudo. ‘La policía va a llegar pero¡ ay de ti!’, me decía».
Pronto llegaron los agentes.Entonces empezó la otra lucha. Dos juicios, una orden de alojamiento, las visitas reguladas ... y el empezar. «Después de todo me hacía muchas preguntas. Ese por qué no tenía respuesta. Pero ese por qué no es para nosotras, el problema siempre es de quien agrede».
- Y, ¿cuándo dejaste de tener miedo?
- Cuando dí el paso y dije ya.
Y para asumir este cambio « siempre son buenos los consejos, la ayuda de especialistas ». Y añade, «le diría a las víctimas de violencia machista que se miren al espejo, que sean fuertes y denuncien. Que son guapas y elegantes, que nadie es mejor ni peor que ellas porque todos somos iguales y que no entreguen jamás sus decisiones a nadie.Si eres valiente para decir adiós la vida te recompensará».
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