Día Internacional de la Lucha contra el Cáncer de Pulmón
«Corro 17 kilómetros al día; nadie se cree que tengo cáncer»
Manuel Sánchez López tiene 63 años y fue diagnosticado con un cáncer de pulmón hace ya seis años
«Sólo me sentía enfermo cuando iba al hospital a darme la quimioterapia», asegura Manuel Sánchez López , que forma parte de ese pequeño porcentaje de las estadísticas que habla de personas que han conseguido vencer al cáncer de pulmón, al menos, de momento. «Me diagnosticaron el cáncer en 2015 y me dieron cuatro meses de vida. Me tuvieron que convencer mis hermanos para darme la quimioterapia, y fíjate, seis años después, aquí sigo, perfectamente, corriendo 17 kilómetros cada día y haciendo boxeo. Nadie se cree que tengo cáncer», asegura este gaditano de 63 años, que luce un cuerpo en pleno estado de forma.
«En el cáncer, un 60% es la terapia, pero el resto es la cabeza. Yo en ningún momento he pensado que era un enfermo de cáncer, y creo que eso me ha ayudado a superarlo», afirma este paciente, que cuando acudió al hospital tenía un cáncer de células no pequeñas en Estadío 4 y que por su ubicación era imposible de operar.
«Fue de casualidad. Estaba afeitándome un día y entonces me noté un ganglio inflamado en la garganta. Por entonces yo no tenía ni el carné del médico, porque no he ido en mi vida», recuerda, a la vez que lamenta lo pronto que empezó a fumar. «Yo empecé a fumar con sólo 13 años, y aunque cuando me detectaron el cáncer llevaba unos cinco años que lo había dejado, ya el daño estaba hecho. Por eso, cuando veo a alguien por la calle fumando le pido por favor que apague el cigarrillo», apunta.
En apenas tres meses a partir de que le confirmasen el pronóstico, Manue l comenzó a darse las ocho sesiones de quimioterapia , a las que siguieron algunas más ante el ebuen stado de forma que presentaba, algo que sorprendió a los médicos. «Me programaron ocho sesiones, pero me vieron tan bien, que me dieron algunas más. Yo salía de darme la sesión del hospital y en la esquina me montaba en mi furgoneta para seguir repartiendo hielo, que era mi trabajo», comenta con orgullo este vecino del barrio de La Viña.
Después llegaron momentos más duros, sobre todo, porque el tratamiento le afectó a la cabeza y desarrolló algunos problemas de agresividad.
«Me encerraba en mi casa porque no quería hacerle daño a nadie. Quizás ha sido lo peor de todo esto, pero afortunadamente encontré la ayuda de una psiquiatra que me ha ayudado a superarlo», asegura.
Con el tratamiento, Manuel experimentó una notable mejoría y el cáncer se redujo de dos centímetros a tan sólo dos milímetros, por lo que el equipo médico decidió suspender la radioterapia. «Los propios médicos no se lo creían. Me decían que era imposible y que no habían visto nada igual en su carrera» , apostilla este paciente, que a día de hoy sigue con sus revisiones anuales y con el tumor reducido a una pequeña cicatriz en la parte trasera del pulmón. Una historia real y un rayo de esperanza para quienes se enfrentan a un cáncer letal, pero no invencible.
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