Coronavirus Cádiz
Victoria, una vacuna para un siglo de vida
Victoria Pastrana (1920) representa a la generación de gaditanos que la campaña de vacunación trata de proteger en estas semanas: perdió a su pareja en la Guerra Civil, sobrevivió a la explosión de Cádiz y pasó el coronavirus hace unos meses
Victoria Pastrana es la usuaria de mayor edad de la residencia para personas con Alzheimer AFANAS Nuestra Señora de la Paz, en Chiclana, pero por momentos la más lúcida. Sobre todo cuando juega al dominó, donde no encuentra rival a sus 100 años. «Es ... muy sociable pese a todo y tiene mucho age . Es muy graciosa», resume el director del centro, José Antonio Facio.
La residencia sufrió uno de los primeros brotes de coronavirus detectados en la provincia de Cádiz en marzo. Se contagiaron 21 ancianos, entre los que se encontraba Victoria Pastrana. Y los pronósticos no eran nada favorables para esta gaditana: «Tenía 99 años y pensábamos que iba a ser la puntilla ».
A los pocos días, tras superar una fiebre que no supuso mayor problema, los enfermeros encontraron a Victoria avanzando por el pasillo, ajena a las peores consecuencias del Covid-19. «Decía que quería ir a otro cuarto de baño que no fuese el de su habitación. Imagínate, nosotros estábamos todos con los plásticos, con los EPI», recuerda Facio.
Los sanitarios vacunaron este jueves a residentes y trabajadores del centro de AFANAS en Chiclana, donde se detectó uno de los primeros brotes en la provincia
Pastrana tardó un mes y medio en dar negativo, pero su recuperación supuso un soplo de optimismo, la muestra de que el brote estaba llegando a su fin para la residencia, donde fallecieron seis personas. Este jueves, ocho meses después, fue de las primeras en vacunarse.
El pinchazo fue un regalo de Reyes y de 100 cumpleaños, la penúltima vivencia para una historia que bien podría representar a la generación de gaditanos que la campaña de vacunación prioriza en estas semanas. «Ha vivido una guerra, sobrevivió a la explosión de Cádiz y pasó el coronavirus», resume su sobrino y ahijado Vicente, profesional del Hospital Puerta del Mar durante cuatro décadas.
Victoria Pastrana nació en La Línea, pero muy pronto se mudó a Cádiz capital, donde su padre encontró un puesto de trabajo en los astilleros . Durante su infancia y juventud vivió junto a sus padres y sus cuatro hermanos –hoy es la única superviviente– frente a la iglesia de San José.
En los convulsos años 30 conoció al hombre del que se enamoró, pero un suceso trágico marcaría su vida para siempre. Aquel primer novio falleció en la Guerra Civil y jamás regresó. «Yo lo desconocía, hasta hace unos años que se abrió y nos lo contó. No quiso estar con nadie más y así ha vivido hasta ahora», resume su ahijado.
La gaditana vivió la Guerra Civil y perdió a su primer y único novio en la contienda
Esta gaditana no se casó y dedicó su vida, como tantas otras mujeres de su generación, a los cuidados , siempre encima de sus padres y de sus hermanos. El más pequeño, el último en fallecer, se despidió del mundo cerca de ella, en la misma residencia de Afanas.
La gaditana vivió durante años junto a su hermano en San Severiano, donde tuvo lugar otro de los grandes acontecimientos históricos de la ciudad. La explosión del polvorín de la Armada en el Cádiz de 1947 le pilló en un cine de verano, el Cine Delicias, situado por aquel entonces en la avenida principal. «Estaban en el cine mi padre, mi madre y ella. Iría como carabina, como se decía antiguamente; se cayeron las cuatro tapias y salieron a oscuras, en medio del caos», resume Vicente. Su hermano, que al igual que su padre trabajó en los astilleros -justo al lado del lugar donde explotaron las bombas- salió ileso por un golpe de suerte.
La protagonista de esta historia no tuvo hijos, pero encontró uno en su sobrino. «Me crió hasta que me casé y me independicé. Viví 25 años con ella. No sé exactamente el motivo por el que me quedé allí, supongo que se encapricharon conmigo. Pero yo a ella la considero mi madre y todo lo que tengo es gracias a ella», dice Vicente.
Su vida fue de entrega hacia los que le rodeaban. Vivió la transición española, la llegada de la democracia, el cambio de milenio... y todo ello con una salud de hierro: « Ella no había estado mala en la vida . Yo es que no la he conocido enferma. Cuando tuvimos que pedir el certificado de su médico de cabecera decía que no la había visto nunca».
Con 99 años de edad, ingresada en la residencia Afanas de Chiclana, llegó la pandemia mundial. «Estuvimos muy pendientes de ella, angustiados por lo que pudiera pasar porque no se sabía cómo respondía el coronavirus. Ella tenía 99 años y teníamos miedo. Pero mi tía puede con todo, es una jabata . Tuvo fiebre y demás, pero no estuvo grave y no llegó a asfixiarse, que es lo importante», recuerda Vicente.
El 11 de noviembre, cuando la segunda ola multiplicaba los datos de contagios en Cádiz, cumplió 100 años junto al resto de residentes, con todas las medidas de seguridad. Pidió un regalo austero para celebrar un siglo de vida: pescaito frito y milhojas de merengue. El segundo llegaría dos meses después, coincidiendo con el día de Reyes y en forma de vacuna.