HOSTELERÍA
Los chiringuitos piden una solución definitiva para resistir a las tormentas
El Ayuntamiento les ha sugerido la posibilidad de desmontar si vuelve a llover pero se resisten porque perderían el beneficio de toda la temporada de verano
Para mostrar de forma gráfica la desesperación de un empresario, una pequeña llovizna de cifras: Un chiringuito en Cádiz paga un canon municipal de 18.000 euros al año . Y un impuesto a la Junta de Andalucía de 7.500 euros anuales, a los que se les suman 1.500 euros más si instala mesas en la arena. Además de un curioso impuesto de sucesiones de 7.000 euros también a la Junta .
Éstos son gastos fijos, sin contar ni el montaje y desmontaje del establecimiento (ya que sólo hay tres fijos que mantienen su estructura todo el año en la capital:Potito, Potito Beach y Malibú). Cabe apuntar además que el nuevo modelo de chiringuitos que observamos en La Victoria, Cortadura o Santa María del Mar lleva un entramado de maderas mucho más complejo y costoso para su mantenimiento y montaje que los antiguos, además del coste de obras en el sistema de saneamientos e iluminación. Y todo sin sumar ni costes de personal ni otros gastos fijos o variables.
Así no es difícil ponerse en la piel de quien observa cómo el agua está a punto de llevarse no sólo el chiringuito de este verano sino los ahorros de toda la familia. Con la lucidez y locuacidad que da a veces la desesperación, el empresario del chiringuito Pikachos, Iván Periano, asegura que urge una solución definitiva a la pérdida de arena de las playas de Cádiz .
«Vemos que cada año se hacen actuaciones de mantenimiento, otras de emergencia (como tendrán que hacerse en este caso) pero ningún lo suficientemente estable para garantizar que cuando lleguen estas fechas tendremos las playas en perfectos estado», sentencia Periano.
Coincide con el portavoz de la Asociación de Empresarios Costas de Cádiz, José María Rico, en que «lo dramático en estos casos son los tiempos, la agilidad con la que puedan responder las tres administraciones implicadas; local, autonómica y estatal». Rico señala que en el caso de Chiclana hay empresarios que no pueden montar sus chiringuitos hasta que no repongan la arena. «Ni siquiera saben con seguridad sin podrán tener a tiempo el establecimiento a estas alturas de mayo», apunta Rico.
En el caso de Pikachos, el empresario al menos conservaba el habla. Su vecino, el empresario de Sotavento, el chiringuito más afectado por las lluvias en Cádiz ni siquiera cogía el teléfono durante los primeros días de tormenta. No estaba para nadie. Su hermana Rosario López explica que la situación es alarmante. «Nos hemos quedado a cinco metros del escalón. Como llueva más en estos días tendremos que desmontarlo», resume esta gaditana. Asegura que desde el Ayuntamiento de Cádiz están yendo cada día a medir el socavón, para asegurarse de que no corre peligro la instalación «y nos han garantizado que durante la próxima semana comenzarán los trabajos para mejorar la situación».
Pero, de cualquier manera, «hemos pedido una reunión con los responsables municipales para saber cuál es el plan a medio plazo». Vuelven a señalar que es precisa una solución más estable. «Este año ya nos hemos desplazado 50 metros debido al escalón. Algo que no estaba previsto y que ha supuesto un coste considerable en nuevas canalizaciones y tuberías. Si tenemos que volver a hacerlo, el negocio no será rentable», sentencia Rosario López.