Cádiz

Vicky, de vivir en la calle a emprendedora

Esta gaditana de adopción ha pasado en cinco años de pedir comida sin un techo bajo el que dormir a montar su propio negocio

Victoria, Vicky para sus amigos, en su nueva floristería en la galería comercial de Cortadura. Francis Jiménez

Fran M. Galbarro

Victoria tocó fondo una noche de temporal en el Paseo Marítimo de Cádiz. Esa noche acampó en un soportal, aprovechando el resguardo de un bar cerrado durante la temporada baja. «Empezó a caer una tromba de agua terrible y un viento brutal. Salieron los cartones volando y nos empapamos. Mi pareja estaba muy bebido, por aquel entonces era como si no estuviera en la vida. Aquella fue mi peor noche y me pregunté si iba a salir de esto », explica, antes de comenzar su jornada laboral.

Seis años después, a sus 46 años, apura el café para ser puntual en el horario de apertura de su floristería. Durante la conversación, saluda a muchos de los que pasan por la terraza del bar Europa, situado a pocos metros de su recién estrenado negocio, de la esquina donde montó durante años su puesto de venta de flores y libros y del local abandonado que aprovechaba cada noche para tener un techo bajo el que dormir.

A sus 40 años tocó fondo durmiendo en la calle en una noche de temporal :«Me pregunté si iba a salir de eso»

Esta sevillana conoció a Antonio, su marido, en las Islas Canarias, donde ambos trabajaban en la hostelería. Decidieron regresar a Sevilla, pero problemas familiares les llevaron a abandonar la capital hispalense y probar suerte en Sanlúcar. Eran los peores años de la crisis económica y no la encontraron. Pronto se vieron viviendo en la calle, en Cádiz capital .

Victoria, en una foto de cuando vivía en la calle.

«Pensábamos que aquí podíamos buscarnos la vida, pero todo fue muy duro», dice Victoria. Junto a la oficina turística de la avenida se encuentra el local que okupó hace años. «Estaba abandonado, así que empezamos a trasnochar allí con un colchón que nos dieron. Lo limpiamos y estábamos más calentitos que en la calle», recuerda.

Allí pasaron un año y medio, pero la salud de su marido cada vez iba a peor. «Él no asimiló bien el vivir en la calle y se fue hundiendo cada vez más. Lo pasé muy mal porque me vi en la calle y sola; él iba a lo suyo», reconoce, describiendo una situación recurrente entre las personas sin hogar: «Cuando estás en la calle te comes mucho el coco, piensas qué has hecho mal para acabar así. La mayoría se tira a la bebida o a la droga para dejar de pensar, pero es lo peor que puedes hacer. Al final, casi nadie consigue salir. Muchos mueren por alcohol, las drogas... incluso por hipotermia».

La primera persona que le ayudó en la calle es hoy su amiga:«Cádiz es una provincia muy solidaria»

La pareja empezó a pedir comida en la puerta de los supermercados. Victoria recuerda a todas las personas que le ayudaron en aquella época, su peor momento. Mari, la primera persona que compró un producto para ayudarla, es hoy su amiga . «En general, Cádiz es una provincia muy solidaria. Te ayudan muchísimo, te dan apoyo. Las trabajadoras sociales lograron motivarme para salir de ese mundo. Me decían que no me viniera abajo, que tenía que ser fuerte. Y eso ayuda», agradece.

Un día vieron en el barrio de La Laguna un furgón de flores y propusieron a su dueño colaborar con él. Así, Vicky montó un puesto ambulante y empezó a vender flores en la esquina del BBVA de Cortadura, donde pasó varios años ganándose el cariño del barrio. Recuperó, repite en varias ocasiones, «el respeto de la gente».

El puesto de flores que Victoria montaba a diario en la calle.

El centro de valoración determinó que Victoria tenía un 74% de minusvalía, con lo que accedió a una pensión no contributiva que le permitió salir de la calle y alquilar una casa en Chiclana hace cuatro años. Hasta el inicio de la pandemia mantuvo el puesto ambulante de flores en Cádiz, pero la salud de su marido iba a peor.

Antonio falleció el pasado mes de agosto en el Puerta del Mar con una cirrosis. «Hicimos de todo: fuimos a alcohólicos anónimos, al psicólogo... pero vivir en la calle es muy duro y se fue hundiendo cada vez más. Los últimos días fueron de ingresos continuos en el hospital, de insultarme, de no entrar en razón, de cargar yo con todo... Fue muy duro», recuerda.

Victoria perdió también a su padre y recibió un dinero de la herencia que le permitió dar un paso más: «Conseguí un dinero extra al puesto de flores, que tenía muy pocas ganancias y sólo me permitía pagar gastos de comida, luz y agua. Podía plantearme comprar una casita en Chiclana, pero quería prosperar, así que decidí montar un negocio y seguir pagando un alquiler. No hay floristerías en estas zona y conozco a mucha gente, he ido montando mi clientela con el paso de los años, así que sé que va a funcionar».

Es muy conocida en el barrio de Cortadura, donde durante años sobrevivió gracias a un puesto de venta ambulante

A las 10 en punto, la emprendedora levanta la persiana y muestra entusiasmada su tienda en la galería comercial de Cortadura, en avenida León de Carranza nº 10. Es un humilde local de pocos metros cuadrados, pero el espacio está perfectamente repartido. Tras la apertura de abril, la primera jornada clave fue el Día de la Madre. «Fue apoteósico», cuenta ilusionada: «Tuvo que venir una amiga de Chiclana a ayudarme, toda la pasarela estaba llena de flores ».

La tienda de flores poco a poco se da a conocer. Victoria espera un pico de ventas en verano con la llegada de turistas a Los Delfines y un amigo le está ayudando a poner su negocio en internet. Incluso tiene otras ideas en mente para el barrio, pero como buena emprendedora cuida sus intenciones a la espera de la oportunidad y pide a este periodista que no las desvele. «Sólo quiero progresar», cuenta esta sevillana, sin duda en la flor de la vida.

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