GUERRA RUSIA-UCRANIA
Cádiz con Ucrania
En la provincia residen más de 600 ciudadanos de origen ucraniano, solo representan el 1% de la población extranjera, pero los gaditanos se han volcado con el drama humano de sus convecinos
Un sacerdote en El Puerto, una profesora de yoga en Conil y una pareja que escapa de la guerra en Jerez son algunos de los testimonios de ucranianos en Cádiz

San Fernando, Chipiona, Rota, Barbate, Conil, El Puerto, Jerez, La Línea. La lista de municipios gaditanos comprometidos con el pueblo ucraniano es interminable . La provincia se ha mojado en el conflicto y, desde que comenzó la invasión rusa, las palabras que condenan al belicismo se han transformado en un enorme efecto mariposa que ha terminado con toneladas de mercancías de primera necesidad transportadas a miles de kilómetros de distancia.
Cádiz está con Ucrania, de eso no hay ninguna duda. Así lo demuestran todos los gaditanos que, de forma desinteresada, donan su tiempo y dinero a una causa humanitaria que, teóricamente, les queda muy lejana. Según datos del Instituto Nacional de Estadística, actualizados hasta enero de 2021, en Andalucía se contabiliza un total de 17.414 ciudadanos ucranianos censados. Por su parte, en la provincia de Cádiz se conocen a 606 ucranianos registrados . Estos convecinos solo representan el 1% de la población extranjera afincada en la región más al sur de Europa. A ucranianos y gaditanos les diferencia el clima, el carácter y la forma de entender la vida. En estas discrepancias, ambos pueblos se han encontrado ondeando la bandera de la solidaridad .
Historia de una inmigración
La evolución del censo de ucranianos en Cádiz ha ido en progresivo aumento debido a los acontecimientos bélicos vividos en el oeste del país desde 2013. A comienzos de siglo, en Cádiz se encontraban menos de una decena de ciudadanos procedentes de Ucrania, una cifra que alcanzó su máximo registro hasta la fecha en 2020, con 631 personas. De ellos, gran parte de esta comunidad se encuentra afincada en los municipios de Jerez , concretamente 230, y El Puerto con 160 ucranianos. Una pequeña comunidad, pero tremendamente activa y muy bien conectada con Cádiz.
Actualmente, en España se contabilizan a 111.430 ucranianos censados. Una cifra que puede parecer escasa, pero que era prácticamente inexistente hace poco más de veinte años. Más allá de la reciente invasión rusa, la historia de Ucrania resulta especialmente singular y, a pesar de su tremendo desarrollo e inversión científica consumada en la última década, está marcada por un continuo movimiento migratorio desde que se declaró como país independiente.
Precisamente, dos investigadores ucranianos afincados en España Renáta Hosnedlová , perteneciente al Instituto de Economía, Geografía y Demografía del CSIC, y Mikołaj Stanek , profesor de la Universidad de Salamanca en el Departamento de Sociología, explican en su trabajo sobre movilidad internacional todas las particularidades que justifican la decisión de los ucranianos de marchar de su región y buscar nuevas oportunidades en España.
Para ambos académicos, desde principios de los años noventa, las pautas de movilidad internacional de los inmigrantes ucranianos en Europa Central y Occidental se caracterizan por su «temporalidad, circularidad e irregularidad». Tal como recuerdan, Ucrania resurgió como país independiente en 1991, tras el desmantelamiento de la Unión Soviética. Desde ese momento, «inició un tortuoso proceso de transición política y económica hacia los modelos imperantes de democracia y economía de mercado». Es en ese entonces cuando Ucrania, al igual que otros países que formaban parte del antiguo bloque soviético, se encontró con una «economía ineficiente», unas estructuras industriales «obsoletas» y «sin una elite política preparada».
Los intentos por realizar cambios estructurales necesarios de una forma apresurada llevaron al país a una «profunda y prolongada crisis económica, política y social». Esta inestabilidad acarreó a una « drástica reducción de la capacidad adquisitiva de la población y un incremento en las desigualdades sociales ». Ello, unido a la liberación migratoria de principios, incrementó los flujos poblacionales sin precedentes en la historia reciente hasta la actualidad, cuando Ucrania está entre los países con más emigrantes. Si a principios del año 1993 Ucrania contaba con 52.244.100 habitantes, en el año 2021 se contabilizaron 41.418.717 personas.
La migración ucraniana hacia España se inscribe en un dinámico incremento del número de inmigrantes originarios de distintos países de Europa Central y Oriental. La presencia de otros colectivos de los antiguos países socialistas en España y en particular de la población ucraniana , a pesar de su creciente número y su impacto en las estructuras del mercado laboral, son aún realidades poco conocidas, pero se trata de un fenómeno emergente.
A pesar de que Cádiz es la cuarta provincia de Andalucía en el número de ucranianos censados, principalmente por la ausencia de Consulados, la comunidad es la cuarta región, solo superada por Cataluña, Madrid y Valencia. El motivo no es otro que el trabajo. Puede sorprender, pero los ucranianos en España registran una de las tasas de empleabilidad más altas de entre los extranjeros que residen en España. Ya en plena crisis del 2008, esta comunidad mantuvo su empleo en más del 80% de los casos. No es casual que escojan Andalucía para vivir, teniendo en cuenta que en el sur se desarrollan las principales actividades en las que los ucranianos encuentran acomodo en España; construcción, servicio doméstico, agricultura y hostelería.
En los últimos años, Cádiz ha vivido el auge de la inmigración ucraniana. El segmento de población comúnmente identificada suele ser el de adultos jóvenes, entre 20 y 45 años, habitualmente sin cónyuges ni hijos. De ellos, la mayoría, el 70%, son mujeres debido a que los recientes conflictos bélicos han forzado a la población civil masculina a militarizarse de forma más general respecto a sus compatriotas femeninas.
Una pionera en Conil
Elena Siberko es una de las ucranianas testigo del cambio que se ha producido en su país en los últimos 50 años. Nació en la antigua región soviética en 1964 y permaneció en la zona oeste hasta los 18 años. Posteriormente se trasladó a vivir con su padre a Siberia, para comenzar con su periplo que le llevó hasta Damasco.
Llegó a España en el año 2000, motivada por las «múltiples posibilidades que podía tener en un nuevo país». Inmediatamente encontró empleo, aunque éste no estaba reconocido por la Seguridad Social, en diferentes trabajos del sector servicio y del ámbito del cuidado doméstico. Tuvo que esperar hasta 2002 para lograr su «primer trabajo oficial» como peón de topografía en el tramo del AVE que conecta Sevilla con la capital de España.
En solo tres años, respetando el fuerte carácter del pueblo ucraniano y su capacidad de esfuerzo ante la adversidad, Elena cambió de localidades cada corto periodo de tiempo sin llegar a establecerse por completo, tanto es así que afirma haber vivido «en dieciséis provincias distintas». El destino la llevó hasta Cádiz, concretamente hacia Conil, municipio en el que está empadronada desde 2003. «Yo ya soy medio gaditana» , bromea. Allí encontró las oportunidades que deseaba y, en la actualidad, imparte clases de yoga en diferentes centros deportivos de la localidad.
Aunque reside en España desde hace 22 años, Elena no ha perdido el contacto con su país de origen, donde conserva amigos y familiares. Su última visita a Kiev fue en el reciente verano de 2021. Por ese motivo, cuando Rusia inició el bombardeo, Elena se sintió «responsable» y quiso coordinar la ayuda humanitaria desde La Janda . «Empecé a contactar con el Ayuntamiento de Conil y con Cáritas, somos pocos ucranianos aquí, algunos no hablan ni el idioma, pero todos estamos muy comprometidos», explica.

Una pareja escapa de la guerra
Frente al pleno establecimiento de Elena, otra ucraniana en Cádiz aún persiste en su adaptación, a pesar de llevar en la provincia cerca de 7 años. La historia de esta joven de 23 años, que está finalizando sus estudios en el Campus jerezano de la Universidad de Cádiz, sigue una senda marcada por los conflictos bélicos. La crisis internacional entre Ucrania y Rusia tiene sus antecedentes en las movilizaciones militares que finalizaron con la adhesión de Crimea.
En 2015, Svitlana Savchuk decidió salir del país debido a la irrupción de la guerra en el Este del país. Solo unos años antes, sus padres ya dieron el paso de buscar una nueva vida en España para tratar la enfermedad de uno de sus progenitores. «La medicación en Ucrania era cara y la tenían que pagar íntegramente mis padres, así que se marcharon a buscar trabajo e iniciar el tratamiento».
Ivano-Frankivsk, pequeña ciudad occidental muy próxima a la frontera con Polonia, fue la tierra que le vio nacer. De esos tiempos, Svitlana guarda recuerdos, pero sobre todo familiares y amigos. «Me crié con mi abuela y con mi tía, ellos viven todavía allí, al igual que todos mis amigos de la infancia. Allí tenía toda mi vida». Desde el 24 de febrero, Ivano-Frankivsk despierta al ritmo de los misiles detonados por el Kremlin, «me mandan fotos y no puedo reconocerla, todo está reducido a escombros ».
Lejos de endulzar su situación, Svitlana reconoce que los comienzos fueron difíciles. «Nada más llegar a Jerez, comencé el instituto y yo no sabía nada de español. La vida en Cádiz era muy distinta a la de Ucrania. Sentí el rechazo de mis compañeros por la barrera del idioma y por las diferencias culturales», lamenta. Este pesar ha continuado más allá de sus primeros años. Ya en la Universidad, donde está finalizando el Doble Grado de Marketing e Investigación de Mercados , Lana, como se le apoda cariñosamente en Cádiz, ha sufrido episodios racistas. «Cuando he querido buscar trabajo o alquilar un piso, normalmente me preguntan de dónde soy. No se fían de mí, no me creen cuando les digo que soy estudiante y que estoy empadronada».
En esta situación, Savchuk se ha sentido «tremendamente sorprendida y agradecida» ante las miles de iniciativas solidarias que españoles, andaluces y gaditanos están siendo capaces de poner en marcha. «Me enorgullece cada vez que veo una publicación, una cadena de mensajes que busca comida o dinero para donar a Ucrania, familias que están dispuestas a acoger a refugiados. Cádiz tiene un gran corazón ».
A pesar de no integrarse dentro de ninguna comunidad ucraniana en Cádiz, Svitlana y su novio, Dima , acudieron al minuto de silencio organizado en San Juan de Dios el pasado sábado 26 de febrero. El caso del joven de 22 años, también estudiante, resulta especialmente reseñable. Dima es uno de los muchos ucranianos que han escapado recientemente de la guerra en busca de un futuro mejor. Acogido por su pareja, este lunes realizará la tramitación para pedir oficialmente asilo en España.

Un sacerdote como nexo
«En Ucrania, nuestra gente está sufriendo calamidades como nunca se había visto. Existen ciudades donde ni siquiera tienen acceso a agua potable. Conozco el caso de un niño, que vivía cerca de Kiev, y murió de sed», relata un emocionado ucraniano afincado en El Puerto. Ruslan Grytsyshyn apila diversas cajas y recibe material sanitario, toallitas higiénicas y baterías en el suelo de 'El Capricho', establecimiento de comida ucraniana y polaca que regenta en el municipio desde el año 2020.
Ruslan es otro de los muchos jóvenes que se vieron obligados a salir de Ucrania para proseguir su formación. Polonia, Rumanía, Noruega y Estados Unidos fueron sus destinos iniciales antes de recalar en el sur de España. Todo el acopio del material, del que se responsabiliza, ha sido gracias al «ucraniano más famoso de Cádiz» ; su tío, el sacerdote de rito ortodoxo-católico, Yurii Bartko .
El Padre Bartko llegó a El Puerto hace una década para servir a la incipiente comunidad ucraniana que ya se creaba en el municipio. Cada miércoles y domingo por la tarde, Bartko oficia sus misas en la Iglesia Jesús Liberador , cedida para tales ocasiones. En ella se reúnen ucranianos procedentes de toda la provincia, siendo el religioso el nexo de unión de todos ellos.
Gracias al poder de convocatoria del párroco, «hemos conseguido enviar un camión a Ucrania, ahora estamos enviando otro, pero nos está costando poder financiarlo, un solo camión tiene unos 5.000 euros de gastos», detalla su sobrino. Todo esto está autofinanciado por los propios voluntarios, quienes expresan su «agradecimiento» a Cádiz por «cada donación recibida» .
Elena, Lana, Dima, Ruslan y Yurii son solo diferentes espejos de una misma realidad, personas que abandonaron toda su vida para buscar un mejor futuro para sí mismos y los suyos. Preguntados individualmente, en su testimonio señalan las diferentes barreras que distancian, aún más, a Cádiz de Ucrania. No obstante, en su relato coinciden con sentirse apoyados por el pueblo gaditano en la que afirman es la mayor catástrofe por la que jamás haya atravesado su país.
