Cádiz, una ciudad envejecida y con una tasa de natalidad cada vez más baja

La situación económica y profesional obliga a posponer la decisión de tener hijos

M. LANDETA

La ciudad más antigua de occidente envejece . La huella de la crisis económica ha dejado importantes secuelas y ha obligado a modificar los comportamientos familiares, migratorios, sanitarios, sociales y educativos. Para el próximo curso han quedado vacantes 263 plazas en Cádiz para escolarizar niños del segundo ciclo de Infantil y Primaria porque de las 1.085 plazas que se ofertaron solo se han recibido 822 solicitudes, según los datos de la Delegación de Educación de la Junta de Andalucía en Cádiz. El descenso de la natalidad se presenta como una de las respuestas.

La sabia nueva llega con cuentagotas, los jóvenes no encuentran empleo y tienen que abandonar la ciudad. La balanza entre la tasa de natalidad y mortalidad no solo no encuentra su punto de equilibrio sino que arroja un saldo negativo . La población de la capital se marchita pese al sol, la playa, la dieta Mediterránea y la rica gastronomía local. El relevo generacional se tambalea como el futuro de las pensiones.

La estadísticas indican que Cádiz tiene un porcentaje más elevado de personas con más los 65 años que de jóvenes menores de 20. Concretamente hay más de 20.033 personas que no alcanzan la veintena, mientras que 26.081 están por encima de los 65 años. Es decir, casi 6.050 personas más en edad de jubilarse que en edad de formarse , según los registros sobre el movimiento natural de la población del Instituto de Estadística de la Junta de Andalucía.

La capital gaditana, que tiene censadas en el padrón de 2015 a 120.468 personas , ha perdido un 8,61% de su población en los últimos diez años, y por si fuera poco, la previsión indica que esta tendencia no revertirá ya que se espera que siga perdiendo habitantes. Vivimos –paradojas isleñas de Cádiz– en una ciudad de viejos cuando la provincia es la quinta con la media de edad (39,7 años) más baja de España solo superada por Almería, Murcia, Ceuta y Melilla.

La sociedad ha cambiado y las mujeres también. Atrás quedó la estampa de la esposa dependiente encargada del hogar y de los hijos, perfecta cocinera y complaciente con su marido. La mujer ha tenido que conquistar su lugar y, en esa lucha por la igualdad y por defender derecho a ser independiente, no ha sido gratuita. La incorporación al exigente mercado laboral hace complicado conciliar una vida de jornadas maratonianas en la empresa con tiempo para la familia. El pugna entre trabajo y familia puede acarrear consecuencias como insatisfacción, bajo rendimiento, mayor absentismo, desmotivación, pérdida de personas cualificadas que optan por la maternidad y bajada de la productividad.

La Seguridad Social, por protocolo, solo admite a mujeres de menos de 40 años para tratamientos de reproducción

Otro factor que tampoco estimula el aumento de embarazos ni la natalidad es el escaso desarrollo de las políticas de protección social. El resultado es que la edad media de las mujeres al dar a luz a su primer hijo superó los 31 años por primera vez en Cádiz en 2012, se situó en 31,36 en 2014 y las previsiones apuntan que para finales del año próximo se alcance una media superior a 32,4 años. En Andalucía no se observan grandes variaciones respecto a Cádiz, aunque las mamás primerizas son algo más jóvenes en Almería y algo más mayores en Sevilla (la diferencia no supera los seis meses).

Cuanto mayor sea una mujer, menores serán las posibilidades de quedarse embarazada de forma natural y cada vez más parejas encuentren dificultades a la hora de concebir. Por eso, ahora se recurre más a tratamientos de fertilidad pero hay que ser conscientes de que la Seguridad Social, por protocolo, solo admite a mujeres de menos de 40 años para tratamientos de reproducción asistida. Más allá de esta edad habrá que recurrir a centros privadas como GMER-Clínica Astarté, Hospitén Algeciras y centro de Reproducción Asistida Ultra Fiv Bahía en Jerez. Los tratamientos son costosos y, aunque varían dependiendo de la clínica, suelen estar entre 2.500 y 3.200 euros. A esto hay que añadir 150 euros bianuales que se pagan por el mantenimiento de los óvulos durante el tiempo que permanecen vitrificados. Cualquiera no puede ser madre pasados los 40 años.

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