PROVINCIA
El caballo resiste en Cádiz
El tráfico de heroína no cede en la provincia y seduce a jóvenes consumidores que no vivieron los estragos de esta desgarradora droga en los 80
No siempre cabalgó tan rápido y con tanta fuerza destruyendo la hierba que pisaba y dejando atrás su oscura sombra. Empezó lentamente, seduciendo. Primero el riesgo, luego el peligro de ser una ‘moda’ y después el daño. A veces superado y miles de veces irreparable. La heroína fue ese caballo que corrió deprisa por las venas de los 80 y 90 pero que, todavía, en el nuevo siglo, aunque mucho menos activo, se resiste a desaparecer. Colectivos y policía han alertado en los últimos años de un repunte en su consumo. No es algo alarmante, advierten en los centros de atención a drogodependientes, pero sí demuestra una realidad: esta droga no se ha ido , sino que, reinventada, sigue formando parte del negocio.
«Continuamos trabajando en la misma línea. La heroína resiste aunque de otra forma. La principal droga sigue siendo el alcohol», cuenta Francisco José Jaime Lora, jefe del Servicio Provincial de Drogodependencia, dependiente de la Diputación de Cádiz, que atiende actualmente a cerca de siete mil personas con diferentes problemas de adicción en todos los centros que tienen repartidos por la provincia.
Según los datos que manejan, los nuevos usuarios que acuden en busca de tratamiento por heroína no han oscilado mucho en los últimos años. Son alrededor del medio millar . Este 2015 han sido 536 los atendidos, en 2014 fueron 519. La mayoría de ellos tratan de escapar del ‘rebujito’ (una mezcla de heroína y cocaína) que combina los efectos estimulante y depresor de ambas sustancias y que suele fumarse o inhalarse en plata. Por delante de estos casos están la cocaína, el cannabis y el alcohol.
Actuación en el Cerro del Moro, Cádiz- A. VÁZQUEZ Y es que la Policía trabaja sin descanso para erradicar este tráfico que hace daño a todo el que lo rodea. Desde el vendedor, al toxicómano o al vecino que se ve obligado a convivir en un clima de marginalidad y delincuencia. Los agentes disponen de una gran cantidad de información, pero tienen que tener paciencia para actuar y esperar el momento justo. Todo debe de estar bien atado para evitar cualquier resquicio legal que permita al delincuente salir airoso durante el procedimiento judicial.
Sin memoria histórica
Para Francisco Mena, presidente de la federación de asociaciones de lucha contra el narcotráfico Nexos, la cuestión es clara:«Ha habido un repunte. Algo testimonial pero está ahí. Gente que era consumidora habitual de cocaína con la crisis ya no podían mantener ese consumo, necesitaban una sustancia más barata y se la pusieron por delante». Y alerta de un hecho importante.«Algunos de estos nuevos consumidores no tienen memoria histórica, es decir, no han vivido como una generación de jóvenes falleció por esta droga. La mayoría la dejaron porque murieron sus colegas. Unos por el caballo, otros por la tuberculosis, la hepapatitis C, el sida... Aprendieron que no era el camino y se apartaron.Pero los que nacieron a partir de los 80, 90 no lo vieron».
Según advierte hay una nueva generación que empieza a consumirla. «No son marginales, no forman parte de estratos bajos. Es gente que se ha pasado de una droga a otra». «Los últimos años sólo tratábamos a consumidores de alcohol, cocaína, cannabis pero heroinómanos no entraban. Ahora, hemos vuelto a tener algún caso. En proporción no es significativo, pero sólo el hecho de que vuelva ya es alarmante», afirma.
Mena explica que, a diferencia de la cocaína que tarda mucho tiempo en llevar a la gente a la marginalidad, la heroína lo hace más rápido, y su síndrome de abstinencia es mucho más fuerte. «Aunque la cocaína es la droga del éxito, en tiempos de depresión se toma más heroína, que es una droga con la que se evade uno más fácilmente».
«Muchos lo dejaron porque sus amigos murieron; los nuevos consumidores no vivieron aquel daño»Las ciudades de la provincia donde el impacto del consumo de heroína y opiáceos es mayor son La Línea, Cádiz, Algeciras, El Puerto o Sanlúcar. La droga llega a España en su mayoría desde Afganistán y Turquía, principales centros de producción, aunque en Europa su distribución se hace en Holanda. Recientemente, la Organización Mundial de la Salud avisaba de que la producción de esta sustancia en suelo afgano ha sido la mayor de su historia.
«Aunque se siga resistiendo hemos conseguido estabilizarlo, que los que reciben el tratamiento tengan cobertura sanitaria. Antes había un rechazo a estos pacientes y ahora, no», explica Jaime Lora. Y todo ello gracias a una labor conjunta de fuerzas de seguridad, justicia, administraciones y colectivos que intentan acabar con una de las lacras que más daño hizo a la sociedad y que todavía no se ha dormido para siempre.
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