EMIGRACIÓN

Con billete sólo de ida

Alrededor de 1.800 gaditanos se marchan al extranjero en el primer semestre año

Sebastián Villanueva y Daniel Estévez L. V.

ELENA MARTOS

La emigración continúa siendo una salida laboral tan eficaz como el reciclaje profesional o la reinvención en autónomo. Esa es la vía toma muchos gaditanos en busca de oportunidades que la provincia no puede ofrecerles. En este primer semestre del año lo han hecho nada menos que 1.815 , según el dato que ha publicado recientemente el INE.

La tan cacareada recuperación económica no parece haber tenido un impacto en las cifras, que son tan altas como en los peores años de la crisis. La mayoría tiene entre 25 y 40 años y vuelven a ser más hombres que mujeres los que deciden dar el paso. Tampoco varía el destino, los gaditanos eligen los países de la Unión Europea, especialmente Reino Unido y Francia por la cercanía y la seguridad. Alemania también está en alza, pero el idioma termina siendo una barrera difícil de superar.

Daniel Estévez , técnico de rayos X, aún batalla con la lengua germana. Hace dos años que se marchó a Frankfurt y por el momento no parece tener intención de volver. Este gaditano, de 33 años, jamás había podido ejercer desde que terminó los estudios. Ha trabajado como camarero, repartidor y hasta en una imprenta sin seguridad alguna.

Ahora es técnico de radiodiagnóstico en un hospital de la ciudad alemana. «Con contrato indefinido desde el primer día, pagas extra y hasta incentivos», explica. Condiciones incluso mejores que las que el sistema español ofrecía antes de la crisis . Su precio ha sido renunciar a su Cádiz natal y tener lejos a sus amigos y su familia. También aprender un idioma que le cuesta. Explica Dani que ya puede comunicarse, pero nada se parece a la lengua materna. « Puedes decir lo que quieres, pero no como quieres . Resulta mucho más duro de lo que llegas a imaginar», admite. Para él fue fundamental dominar el alemán, es un requisito indispensable para encontrar empleo, pero hubo suerte y encajó desde el principio.

Más complicado lo tuvo Sebastián Villanueva , de 42 años, que no puede evitar seguir echando de menos El Puerto , donde residía, ni su Ubrique natal. Hace dos que se marchó a Estocolmo animado por su hermano para ejercer como psicólogo. Pero abrirse hueco es un camino que no todo el mundo es capaz de recorrer. Primero se enfrentó a la lengua, que no es tarea fácil, y luego a la burocracia para legitimar su título. Cuenta Sebastián que gracias a su experiencia profesional logró hacerlo en seis meses, todo un récord cuando muchos pasan años esperándolo.

Probar suerte

Una vez con la convalidación en regla, llegó el turno de las entrevistas y la valoración de las ofertas. La primera que cuajó fue la de una empresa de ayuda a domicilio para personas mayores en la que ha trabajado hasta hace poco más de un mes. Ahora forma parte del equipo de Psiquiatría del hospital de un pueblo al sur de la capital.

Explica Sebastián que apenas sabía saludar y pedir algunas cosas cuando llegó, pero hoy es capaz de comunicarse con facilidad y se siente cada vez más cómodo. « Echas de menos tu ciudad, a tu familia, a tus amigos , pero poder ejercer mi profesión es más importante y aquí no solo me dan esa oportunidad, sino que tengo un reconocimiento profesional y puedo seguir creciendo», asegura.

Admite que aún le echa un ojo a las ofertas de empleo en España, aunque parece decidido a quedarse si las cosas continúan como hasta ahora. La experiencia pasada ya fue dura y no olvida este gaditano la última entrevista que hizo antes de marcharse en la que le ofrecieron pagarle a cinco euros la hora. «Ahí fue cuando llegué a casa y lo vi claro. No podía esperar más».

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