Narcotráfico | Cádiz

La banda asiática que enviaba marihuana desde El Puerto a Europa ejecutaba «violentas» torturas

La Fiscalía pide para los miembros de este grupo que estaba asentado entre Cádiz y Madrid penas de entre los cinco y doce años de prisión

Mandaban la droga prensada en paquetes y les pagaban por 'hawala', un sistema de transacción que suelen usar los terroristas de Al Qaeda

Imagen de un vídeo que grabó la banda torturando a un compatriota para demostrar que le habían ‘castigado’. La Voz

M. Almagro

A finales de 2019 la Guardia Civil desarticulaba una banda formada por ciudadanos asiáticos que, según la investigación que realizaron, enviaba marihuana al Reino Unido, Holanda, Alemania o Francia a través de empresas de paquetería. La organización estaba asentada en Madrid y Cádiz, principalmente en El Puerto, donde cultivaban y se proveían de la droga que luego mandaban al extranjero prensada en paquetes.

Pero además de dedicarse al narcotráfico los agentes apuntaban a la crueldad y la violencia que empleaban ya que incluso llegaron a grabar vídeos con la tortura a la que sometían a un ciudadano chino al que, al parecer, responsabilizaron de la pérdida de una de las mercancías.

En esta operación se detuvo a una decena de personas acusadas de formar parte de este grupo y se incautaron 30 kilos de marihuana lista para su envío, dos plantaciones tipo ‘indoor’ con unas 400 plantas cada una, 22.000 euros en efectivo, una pistola marca Glock municionada y tres turismos, así como abundante documentación, teléfonos y material informático.

Pues bien, ahora la Fiscalía ha emitido su calificación para la próxima celebración del juicio y por los hechos que se les imputan pide para los procesados penas de prisión que van desde los doce a los cinco años de cárcel por los delitos de tráfico de estupefacientes, pertenencia a organización criminal, tenencia de armas y lesiones agravadas , entre otros.

Preparación de envíos y pago

Según el fiscal, los procesados configuraron un entramado criminal en el que puestos de común acuerdo y con ánimo de traficar con marihuana, se concertaron de forma premeditada y planificada con el objetivo de enviar la droga desde El Puerto a Europa. Así, cada acusado tenía unas funciones «perfectamente diseñadas dentro de una estructura jerarquizada». Al frente estaban Y.Y. e Y.E., que a su vez rendían cuentas a una estructura criminal supranacional cuyos integrantes no han podido ser identificados, pero que también traficaban en Europa.

De este modo, los acusados J.G.G.A y FJ.G.G., tenían como misión al servicio de la estructura criminal crear y mantener plantaciones de marihuana para abastecer de sustancias a los acusados encargados de prensarlas y enviarlas empaquetadas a los países de destino. Esta tarea de preparación de la ‘maría’ la hacían muchas veces en las casas que alquilaban a través de plataformas de internet y que se ubicaban normalmente en El Puerto y Jerez.

Era el líder, Y.Y., quien, según la investigación les indicaba el ritmo de producción y a quien debían ir informando. Así, uno de los procesados cultivaba el cannabis en un domicilio de Estella del Marqués (Jerez), donde se requisaron más de cien plantas y todo tipo de aparatos para su mantenimiento. Además también se desmantelaron cultivos en El Sotillo en Chiclana. En este registro además se halló una pistola marca Glock municionada.

En esta cadena, Y.Y e Y.E. ordenaban los empaquetamientos y el prensado decidiendo el país de destino donde enviarla y aportando además la identidad de la persona que se encargaría de recoger ese paquete, así como la dirección concreta donde mandar la droga. Incluso a menudo eran ellos mismos los que llevaban estos envíos a la empresa de mensajería cuando el volumen era muy elevado.

Según la investigación, la banda quiso habilitar una nave dedicada para el cultivo de marihuana las 24 horas poniendo incluso camas y duchas

Y el negocio les iba tan bien que, según los investigadores, los supuestos cabecillas pretendían montar ellos mismos una plantación de marihuana en una nave con capacidad para 1.000 plantas donde iban a colocar camas, duchas y mobiliario a fin de que, con el objetivo de tener más cosechas, habitaran numerosos ciudadanos chinos a su servicio para que se dedicaran permanentemente al cultivo de la marihuana. El plan se gestó en febrero de 2018, pero por razones que se desconocen no se materializó.

¿Y cómo les pagaban? Pues a través de un sistema de transacción con bancos chinos conocido como ‘hawala’ y que organizaciones como Al Qaeda suele utilizar para pagar a sus terroristas. Por este método, el abono se efectúa desde una cuenta en un paraíso fiscal y se extrae de forma anónima en un establecimiento de cambio tras pagar una comisión de un veinte por ciento, lo que les permite eludir cualquier tipo de notificación a la Agencia Tributaria y escapar de todo control.

De esta manera fueron haciendo los envíos. Los investigadores pudieron confirmar muchos de ellos a diversas ciudades europeas. Por ejemplo, solo a Alemania y en unos tres meses mandaron hasta 102 kilos de ‘maría’ que en el mercado ilícito hubiera alcanzado un beneficio de medio millón de euros. Y con este mismo ‘modus operandi’ también mandaron droga a Francia,Reino Unido, Bélgica, Portugal... por tanto, desde El Puerto se distribuía marihuana en importantes cantidades a otros países del continente.

Encargo de palizas

Pero además, y como se desprendió de esta investigación e incluso los propios miembros de la banda grababan en vídeo, usaban la violencia. Es decir, cuando había algún ‘problema’ como que uno de los integrantes no realizaba bien su cometido, perdía la droga o circunstancias similares, se daba orden de que fuera torturado. Que recibiera un «buen castigo».

Así ocurrió en julio de 2019, fecha en el jefe de la organización exigió que le dieran una paliza a otro ciudadano chino por no haber realizado correctamente uno de los encargos que se le habían asignado. Y cumplieron las órdenes.

El supuesto ‘sicario’ y otras siete personas más que no han podido ser identificadas se llevaron a este individuo hasta una zona montañosa de un punto no concretado donde comenzaron a propinarle golpes con una barra de metal mientras le preguntaban si había sido él quien habían robado la mercancía, al tiempo que le aseguraban que si no confesaba le cortarían una oreja.

Como no confesaba lo que querían, prosiguieron con las técnicas de tortura empleadas por la organización criminal, estrangulándolo hasta el límite de perder el conocimiento y rompiéndole a golpes varios dientes mientras le fracturaban el fémur, todo ello bajo el interrogatorio al que le sometían donde seguían preguntándole por la droga que se había perdido. Tras la brutal agresión, condujeron a la víctima hasta una calle donde le dejaron desangrado y abandonado en la calle.

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