Coronel del Estado Mayor
Arturo Vinuesa: «Desaconsejé invadir Irak y la muerte de Sadam Hussein»
Considerado uno de los mayores expertos en inteligencia sobre terrorismo árabe, es de los pocos españoles que conoció a Bin Laden
Arturo Vinuesa, coronel del Estado Mayor de la Defensa, es uno de los principales especialistas españoles en inteligencia sobre terrorismo árabe y uno de los pocos españoles que conoció en persona a Osama Bin Laden. Durante diez años fue agregado de Defensa en Islamabad (Pakistán) y Bagdad (Irak) en los momentos de máxima tensión, y posteriormente jefe de Operaciones de la Misión de la Unión Europea en la Guerra de los Balcanes.
Nacido en Gibraltar –otra de sus especialidades–, ha escrito numerosos libros y se confiesa un enamorado de Cádiz. Desde Chiclana habla para LA VOZ sobre terrorismo yihadista y el porqué se ha llegado a la situación actual.
–Hace poco se cumplió cinco años de la muerte de Osama Bin Laden. Usted es de los pocos españoles que lo conoció en persona. ¿Cómo fue?
–En 1989 yo estaba reunido en un hotel de Islamabad con el agregado militar de Italia y otros agregados militares de países de la OTAN y entró por la puerta del hotel una comitiva de paquistaníes y dos personas más. Todos iban vestidos con trajes de chaqueta a excepción de uno que vestía de jeque árabe. El agregado militar de Italia me preguntó, señalándole, que si sabía quién era y le dije que no. Yo estaba casi recién llegado a Islamabad, y me dijo que se llamaba Bin Laden, un jeque al servicio de la CIA a través de quién la agencia norteamericana proporcionaba las armas a los muyaidines afganos que luchaban contra la Unión Soviética. Me llamó la atención y fuimos a saludarlos porque iba con ellos el jefe de la inteligencia militar paquistaní (ISI). Llegamos al grupo y me presentaron como el agregado de Defensa de la Embajada de España. Yo le saludé en árabe y a él le sorprendió que me dirigiera en árabe e intercambiamos algunas frases. Luego lo vi en una segunda ocasión, también de manera casual. Fue en un hotel en Peshawar. Nos saludamos e intercambiamos algunas frases de cortesía. En ese momento era el enlace de la CIA con los muyaidines pero luego se convirtió en el mayor terrorista del momento.
– Justamente esta semana, uno de los hijos de Bin Laden ha difundido un vídeo en el que promete vengar la muerte de su padre. ¿Debemos temer algo?
–Riesgo a una acción terrorista hay siempre, porque es imposible proteger cada uno de los miles de lugares donde puede haber un atentado terrorista. Por supuesto ellos no olvidan Al-Andalus, que para ellos no es Andalucía sino España entera. Los árabes estuvieron siete siglos y para ellos Al-Andalus representa la época gloriosa del imperio islámico. Es lógico que quisieran recuperar esa antigua gloria pero, afortunadamente, ahora hay un acuerdo internacional de lucha contra el terrorismo islámico, que es otra de las cosas en las que la gente anda confundida porque piensan que la Yihad es que hay que matar al blanco, al infiel. Pero hay dos tipos de Yihad.
«Cuando la caída de Sadam yo era agregado de Defensa en Bagdad y ya advertí que sería un grave error»
La Yihad es la lucha interna para alcanzar la perfección. En pura esencia, es un movimiento religioso que trata la perfección individual mediante el reconocimiento de Dios, de la humanidad. Y luego hay una rama de esa Yihad que es la que trata de combatir todo lo que se oponga al engrandecimiento del Islam, y en este caso es en el que entramos –como dicen ellos–los infieles. Entonces, cualquier acción que se emprenda contra los infieles está bien emprendida para esa rama de la Yihad. Nosotros tuvimos la Inquisición que, en esencia, trataba de globalizar la religión católica, apostólica y romana equivocadamente. Creen que es rentable matar en nombre de Dios, para defenderlo, como si Dios necesitará defenderse y, en ese sentido, la Inquisición no se diferencia en nada de la Yihad armada.
–Tras la muerte de Bin Laden usted auguró una venganza sobre Occidente. ¿Se imaginaba la situación actual cinco años después?
–Tan prolongada, no. A esto ha contribuido también la política norteamericana de George W. Bush con respecto a Irak y a los países islámicos. George Bush padre combatió a Sadam Hussein, llegó a las puertas de Bagdad pero respetó la permanencia de Sadam Hussein porque en aquel momento representaba un escudo protector contra el chiísmo, contra el Irán de los ayatolás y contra la radicalización del Islam. El hijo de Bush se empeñó en cargarse a Sadam Hussein y además de una forma, en mi opinión, poco legal porque el país que esgrime la justicia como su principal bandera capturó a un hombre, que desde luego era un asesino, y sin derecho a juicio alguno lo ejecutó y lo tiró al mar para evitar que se pudiera convertir en un mártir. Para mí esto fue un gravísimo error. Si a eso le añades lo de las armas de destrucción masiva... En esa época yo era agregado de Defensa en la embajada de Bagdad. Políticos y periodistas me preguntaron infinidad de veces si había armas de destrucción masiva y yo no podía afirmar que las hubiera. Conocía Irak perfectamente, me lo había recorrido de norte a sur y de este a oeste con los medios de inteligencia, pero no pude afirmar que las hubiera. Sí las hubo antes, no en ese tiempo.
–En estos cinco años parece que Al Qaeda está relegado a un segundo plano del terrorismo islámico en favor del protagonismo creciente del Daesh. ¿Qué los separan y qué les une?
–En esencia es lo mismo, porque Al Qaeda era un movimiento subversivo que a través del terror quería vencer la voluntad del dominante. El Daesh pretende disfrazarlo en una creencia religiosa. El Estado Islámico defiende la verdad del Islamismo, es decir, pretende a través del terror modificar la voluntad del imperio dominante. Pretenden apoderase de la voluntad de los gobiernos islámicos de buena voluntad para alcanzar un predominio sobre el imperio dominante.
«La antigua Inquisición no se diferencia en nada de la actual Yihad armada»
En cualquier caso, no hay que olvidar que el principal impulsor de todo este movimiento islámico radical es el wahabismo de Arabia Saudí, que apoya abiertamente al islamismo pero de manera soterrada también apoya al movimiento terrorista.
–Hace unos días salían a la luz las conclusiones del informe Chilcot. Usted era agregado militar en Irak en ese época. ¿Qué opinión tiene al respecto?
–Cuando se decidió invadir Irak yo no estuve de acuerdo y así lo reflejé en los informes reglamentarios que tenía que hacer como agregado de Defensa en Bagdag en ese momento. En esos informes regulares que tenía que remitir al Ministerio de Defensa de España yo sugerí por activa y por pasiva que no se debía efectuar la conquista de Bagdad ni la muerte de Sadam Hussein. Había que darle un castigo fuerte a la política iraquí, por supuesto, pero no decapitar al régimen. No se podía acabar con todo el aparato del gobierno y del Estado. Se dejó en la calle a más de un millón de funcionarios que son los que llevaban el tejido estructural del país, deshicieron el ejército y dejaron el país inerme tanto en materia de defensa como en materia económica. Pero los intereses petrolíferos eran muy grandes y EE UU decidió que tenía que controlar los pozos petrolíferos de Irak y Kuwait y se llevó a cabo, en mi opinión, esa equivocación que sin lugar a dudas son parte muy importante de la situación que se vive actualmente en los países islámicos.
–Habla de dos ramas de la Yihad, una minoría que amenaza y una mayoría amenazada que sufre la guerra y sus consecuencias. ¿Qué tiene que suceder o cambiar para que haya una salida a tantos años de conflictos bélicos?
–La salida la tiene que propiciar y patrocinar el imperio. EE UU tiene que cambiar su visión de las cosas. EE UU dijo en su concepto estratégico (término en el que se designan cuáles son los objetivos estratégicos que interesan a la política nacional del país) que todos los lugares donde haya potenciales fuentes de energía son objetivos estratégicos para ellos. En todos aquellos lugares donde haya potenciales fuentes de energía, EE UU estará presente. Lo que tendría que hacer es olvidarse de eso a no ser que sus aspiraciones sean mundiales, es decir, que quiera controlar el mundo.
La independencia nacional, en el caso de España, se ha perdido. La soberanía nacional se ha perdido porque formamos parte de una estrategia universal que lo controla una única nación: EE UU. Los demás países somos chirigotas.
–Mientras tanto la población en Oriente Medio y otros países sigue huyendo de la guerra. ¿Cómo define la actuación de Europa y la situación de las fronteras?
–No es posible una política de puertas abiertas y que entre quien quiera, entre otros motivos por el riesgo de la Yihad islámica. Estoy convencido de que el 99,9% de la gente que huye de la situación en sus países, huyen por necesidad y de corazón, pero siempre se colarán dentro del 0,1% restante algunos radicales con la consigna de hacer daño al país de acogida. Debe haber una vigilancia en las entradas de la gente y hacer un seguimiento inicial individual a las personas que entran por las fronteras respetando siempre el derecho de asilo y sin olvidar que el riesgo potencial de ese 0,1% es muy peligroso.
–¿Son las fronteras de Ceuta y Melilla ejemplos de ese riesgo?
–En estos lugares se han producido captación de yihadistas que han sido enviados luego a Siria o a Libia. En el barrio del Príncipe, en Ceuta, y el mismo campamento al otro lado de la frontera del monte Gurugú, en Melilla, son núcleos de yihadismo peligroso.
–¿Cree que la vigilancia en ambas fronteras no son suficientes?
–Yo creo que los asaltos a la valla no se pueden consentir porque no se puede entrar en un país ilegalmente asaltando sus fronteras.
–¿Está, entonces, a favor de las devoluciones en caliente?
–Considero que hay que devolver a las personas que saltan la verja porque supone una agresión al territorio nacional.
–¿Y en el caso de las pateras?
–No, es diferente, no es un asalto. Estoy totalmente en contra de una política de apertura total de fronteras, es inviable y, en este sentido, Zapatero hizo un mal servicio a España.