Cádiz
«Antes daba de comer a la gente y ahora soy yo la que necesita ayuda»
La Covid ha cambiado por completo la vida de Celeste de Carvalho, que ha pasado de atender a los más necesitados a pedir ayuda para ella misma y sus hijas
Todo el declive comenzó el pasado mes de marzo cuando se decretó el estado de alarma. Un año y medio antes, Celeste de Carvalho había conseguido un trabajo de camarera en un restaurante de Cádiz gracias a la mediación de la Asociación Despertares donde ella también ejercía un voluntariado.
Un empleo que le devolvió la ilusión con el que podía salir adelante con sus dos hijas y mantenerse día a día. Asegura que este empleo fue «una maravilla» que «la empresa estaba contenta» y ella también.
«Podía mantener a mis hijas, llevar una situación normal sin pedir ayudas a nadie. Estaba muy contenta de ver como con 54 años que tengo, y tras separarme hace dos, me valía por mí misma, mantenía a mis hijas y mi casa sin pedir ayuda a nadie, estaba bien». recuerda al echar la vista a su situación antes de la pandemia.
Pero el confinamiento conllevó un cierre total de la hostelería y Celeste tuvo que acogerse al ERTE que le ofreció la empresa donde trabajaba.
Esta camarera de Cádiz asegura que «todo ha venido arraigado al Covid-19» y que «debido al estado de alarma tuvimos que cerrar, entramos en ERTE y de unos mil euros aproximadamente que cobraba pasé a cobrar 600 y poco de ERTE».
«Así empezamos. Ahí mal o bien iba tirando como todo el mundo, estábamos en pandemia y los gastos eran solo comer y tiraba. Pasó el estado de alarma, me recuperaron del ERTE y a los dos meses cayó la hostelería para abajo, con la restricción de horarios no pudieron seguir conmigo», comenta. «Me quedé de la noche a la mañana con un mínimo de paro porque estaba contratada a cuatro horas y me han quedado 400 euros de paro durante 6 meses».
La situación para esta madre al contrario que mejorar, se ha ido complicando según ha evolucionado la pandemia. «He caído en picado. No me he tirado por algún sitio porque tengo dos hijas, te lo juro. Esto ha sido como caerme de una azotea para abajo».
En estos momentos, con los pocos ingresos que recibe tiene cuatro recibos de luz acumulados. «La asistente te va pagando uno y yo otro pero si el que me toca a mí no puedo, ¿qué hago? -se pregunta-. Llevo cosas arrastradas. Además este mes cobré menos de paro al ser el primero cobré 300 euros y algo»
Respecto a las vacunas frente al Covid-19 que llegaron a España el pasado 26 de diciembre, Celeste no lo duda y asegura que ella iría «la primera a cañón» a ponérsela «porque tengo esperanza de que esto remonte» y había escuchado que puede ser requisito para poder trabajar en algunos sitios.
Pese a la dura situación que está viviendo en estos momentos, Celeste confía en volver a su puesto de trabajo. «Yo he sido buena trabajadora y me han dicho que ojalá remonte todo y nos volvamos a recuperar. La esperanza está ahí, ¿cuándo llega? No sé si me abarcará lo que tengo de paro». Si es cierto que es consciente que «ahora mismo estoy con un bajón que lo quiero aguantar porque soy una persona que me gusta estar en mis cinco sentidos y afrontar todo lo que me está viniendo. Si no tuviese esperanza creo que me hundiría».
De voluntaria a beneficiaria
Desde hace años Celeste ha colaborado con la Asociación Albergue Hogar Despertares que ofrece comida y compañía a las personas sin hogar de la ciudad de Cádiz. «Me da pena verme en este extremo, en tener que ser yo la que tenga que pedir ayuda pero también doy gracias a Dios porque tengo un techo. Aunque me siento mal por mi situación también sé que esta no es mi vida, que es una racha que estoy pasando frente a lo que yo he vivido con ellos en la calle», reflexiona Celeste.
«He ido a dar de comer a gente que está viviendo en la calle que eso es muy fuerte. Por eso, dentro de lo que me está pasando, que sí es verdad lo estoy pasando muy mal y me esta afectando psicológicamente, es que he visto cosas peores», asegura.
Aunque se siente agradecida por tener una casa donde vivir «hoy en día no es solo un techo y más cuando tienes cargas familiares, es comer, es vestirlas. Una de mis hijas es diabética de tipo uno y también tengo que pagarle las insulinas» comenta.
«El maldito bicho no me ha contagiado de momento, pero ha destruido lo que tenía, el puente que me había currado y que por este virus haya caído así, me duele mucho», sentencia Celeste.
Ver comentarios