SUCESOS
Aislado y provocando, el final de Frabrizio, el 'terror de las cárceles' que dejó su firma de sangre en El Puerto
El recluso, encontrado muerto en el baño de su celda en Galicia, seguía manteniendo allí la misma actitud agresiva y combativa. «Lo tuvieron que meter solo en una galería»
Todo apunta a que su fallecimiento se ha debido a causas naturales
Frabrizio Joao Silva Ribeiro , el terror de las cárceles, moría este miércoles solo, aislado. Su cuerpo fue encontrado en el suelo del baño de la celda que habitaba. Sin indicios aparentes de suicidio, únicamente tenía una herida en la cara, provocado posiblemente por el golpe que se pudo dar al caer. Este recluso, considerado uno de los más peligrosos de España, había dejado su firma de sangre en Cádiz. En Puerto III hirió gravemente a varios funcionarios cuando en el verano de 2016 arremetió contra ellos con un punzón que él mismo había hecho con el estilete de un zapato. «Iba a matarnos» , declararon sus víctimas durante el juicio que se celebró en la Audiencia Provincial.
La historia de Frabrizio ha tenido su punto y final esta semana en Galicia. Originario de Guinea Bissau tenía 36 años e iba a pasar casi toda su vida en prisión. Hasta 2047. La primera vez que pisó la cárcel fue en 2004 tras asesinar de 25 puñaladas y violar a la que era su novia . Fue condenado a 22 años. Después, ya como recluso, mató de patadas y puñetazos a un preso en Alcolea (Córdoba). Su cuerpo quedó desfigurado. Los forenses concluyeron como una de las pruebas determinantes del crimen, las huellas de unos zapatos de deporte que Joao dejó marcadas en el cadáver de su víctima .
Y en 2016, tras pasar por varias prisiones debido a su alta conflictividad, recaló en Puerto III. En el módulo quince. Como un 91.3, un FIES, máxima peligrosidad . Y aunque, dados sus antecedentes, se tuvo con él un extremo cuidado, Frabrizio, 120 kilos de peso y más de 1,80 de altura, lo volvió a hacer. En su celda fabricó un punzón con el estilete de un zapato y aprovechando un traslado al patio agredió a los funcionarios que les tocó en turno. A uno de ellos le atravesó la mejilla y le rompió la mandíbula, a otro le asestó otro golpe casi mortal en el cuello, a centímetros de la yugular, y a un tercero le provocó graves lesiones en un brazo.
«Pudo ser una auténtica masacre», dijo el fiscal que asistió este nuevo juicio contra él . Una vista, por cierto, en la que el ahora fallecido se mostró muy sereno, tranquilo, sin ápice ninguno de violencia ante los magistrados. Es más. Muy afectado, quiso pasar por víctima. En su declaración insistió que el agredido había sido él, que los funcionarios le había molido a golpes y quedó inconsciente en el suelo, y que cuando despertó en la enfermería, creyó que le habían violado y le habían metido el estilete que él usó como arma por el ano. Vistas las pruebas y escuchados los testimonios, la Sala lo sentenció a diecinueve años y medio de cárcel. «Ya tenía tantas condenas que le salía gratis matar», decían de él los funcionarios.
Frabrizio se encontraba recluido en la cárcel de A Lama (Pontevedra) desde enero. Según fuentes consultadas por La Voz de Galicia , allí también ingresó en aislamiento cumpliendo así el protocolo que se sigue con este tipo de internos. Salía unas tres ó cuatro veces al patio y para evitar nuevos problemas, la dirección del centro ordenó que estuviera solo en una galería. «Mantenía el contacto mínimo con los funcionarios y siempre que hablaba con ellos era para provocar, amenazar. Tenía decenas de expedientes abiertos».
Recientemente había remitido una carta a la dirección de la cárcel para advertir que desobedecería las órdenes que le dieran y, hace ocho días comenzó una huelga de hambre que abandonó este miércoles. A las horas fue encontrado muerto en su celda . Los servicios médicos aseguran que no le habían detectado ningún problema de salud, que esa misma mañana le pesaron y seguía superando los cien kilos.
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