VUELTA AL MUNDO
«Me acuerdo de vosotros, os quiero y os veo a la vuelta»
La dotación del buque escuela Juan Sebastián de Elcano realiza una complicada vuelta al mundo en la que, debido al Covid-19, pasarán once meses sin pisar tierra
Dar la vuelta al mundo en barco durante una pandemia mundial. Eso es lo que está haciendo la dotación del buque escuela de la Armada Española Juan Sebastián de Elcano, que zarpó el pasado 24 de agosto de la Base Naval de La Carraca, en ... San Fernando. Entonces no hubo ceremonia ni despedida oficial en el muelle de Cádiz, como es habitual cuando el 'embajador y navegante' marcha. Antes de la salida, la dotación, formada por 172 personas , fue sometida a dos pruebas PCR y a un periodo de cuarentena. Comenzaba así el viaje de conmemoración del quinto centenario de la primera circunnavegación, completada por el navegante que da nombre al buque español.
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Desde aquel día, cuando el Elcano comenzó su 93 crucero de instrucción y también su undécima vuelta al mundo, han pasado cuatro meses y el Juan Sebastián de Elcano ha arribado a siete puertos distintos, el último de ellos, Manzanillo, el 24 de diciembre. En todos ellos ha aplicado el protocolo sanitario establecido por el Ministerio de Sanidad y el Instituto de Medicina Preventiva de la Defensa para garantizar una atmósfera libre de Covid-19 a bordo , que básicamente implica la restricción al movimiento del personal de la dotación en los puertos visitados y la prohibición de la presencia a bordo de personas ajenas al buque.
Con los guardiamarinas
El pasado seis de diciembre en Guayaquil (Ecuador) el buque escuela se enfrentó a un nuevo reto, el embarque de unos 60 guardiamarinas, que se incorporaron para realizar su crucero de instrucción. Llegaron en avión desde España, previa cuarentena y test PCR, y su traslado hasta el buque se realizó en un 'autobús burbuja'. El proceso antes de embarcar fue «una situación dura y especial, tanto por haber cumplido estrictas cuarentenas como por no haber podido ver a nuestros familiares debido a la mala situación que estamos viviendo a causa del Covid-19», declara a este periódico unu de estos guardiamarinas, Ignacio Garau Rabadán . Este gaditano de 22 años afirma que en el momento del embarque vivió una mezcla de «ilusión y respeto». Fue entonces cuando realmente se dio cuenta de que «se iniciaba nuestro proceso como futuros oficiales de la Armada».
Las primeras jornadas navegando en el Juan Sebastián de Elcano «han sido días exigentes , debido a la previa organización ya existente en el barco, donde todo el mundo tenía claras sus labores, a excepción de nosotros», admite Ignacio. No obstante detalla que estos «exigentes» días han permitido a los guardiamarinas «obtener nuevos conocimientos sobre nuestras futuras labores a bordo de un buque». Durante el viaje espera «potenciar aquellos valores y conocimientos que se nos dan a bordo de este buque escuela, para que en un futuro llegue a ser, junto con todos mis compañeros, un buen mando que sea un ejemplo para sus subordinados. Sin perder nunca el valor más importante para mí, el compañerismo».
Por delante, a los guardiamarinas les quedan siete meses de crucero de instrucción, hasta la llegada a Cádiz del buque escuela de la Armada, prevista para el próximo 13 de julio. Pero la dotación de este barco ya lleva meses a sus espaldas. Con sentimientos encontrados. Por un lado, siempre presente en sus cabezas la situación de la pandemia en España y por el otro, la tranquilidad por «la familia, ya que se encuentran con salud y porque la situación a bordo también es libre de Covid», declara el sargento José María Lavilla Gómez, de 36 años, natural de San Fernando y supervisor del puente de gobierno del Elcano. Y es que el buque escuela es una burbuja libre de coronavirus en el que sus tripulantes desempeñan su labor diaria. «Viajar, disfrutar de los amigos a bordo, ser timonel del buque han hecho que estos meses fueran más amenos y me han hecho madurar y crecer como persona», confiesa a LA VOZ el marinero gaditano Jesús Ruiz Rocha , de 23 años, cuyas labores en el Elcano son gestionar la documentación y solicitudes de los miembros de la dotación y desarrollar vigilancias como timonel del buque y cronista «llevándolo a los puertos en los cuales atracaremos y hemos atracado y anotando todos los datos necesarios respecto a la navegación».
Emulando a los primeros
Lo más duro de estos meses, «estar alejado de la familia», algo que es «todo un reto», teniendo en cuenta la situación actual, admite el teniente de navío José Luis Martín Rojas . Gaditano y de 46 años, el teniente de navío Martín Rojas es profesor de navegación y oficial de instrucción y adiestramiento y, como el resto de sus compañeros, lleva mal el llegar a puerto y no poder desembarcar debido a la pandemia. Arribar en ciudades desconocidas que probablemente nunca en su vida vuelvan a tener la oportunidad de estar y no poder visitarlas, además de desconectar del día a día, es una «espinita» que les quedará de esta vuelta al mundo, admiten. Algo que además ocasiona, como señala el sargento Lavilla, que el buque no pueda realizar su misión de embajada flotante y «llevar la marca España allí donde atraca».
«Debido a la pandemia, este crucero se ve envuelto en unas circunstancias a las cuales nadie de la dotación se ha enfrentado alguna vez», recuerda el marinero Ruiz Rocha. No obstante, al llegar a puerto, declara, «el buque intenta realizar actividades de esparcimiento dentro de las medidas de seguridad para la dotación , y que se nos haga más amena la estancia en los mismos. Yo sinceramente tengo que agradecer la ayuda recibida por las marinas de los países que hasta la fecha hemos visitado».
¿Por qué embarcarse en una aventura tan importante y complicada como dar la vuelta al mundo a bordo del buque escuela de la Armada Española sin poder pisar tierra durante un año? El sargento Lavilla tenía claro que quería participar en la gesta que conmemora el quinto centenario de la primera circunnavegación . Ese hito que cambió el mundo, emulando a aquéllos primeros marinos fue también lo que atrajo al marinero Ruiz Rocha, al que además le «pareció genial la idea de poder conocer más lugares que en mi vida hubiese pensado si quiera en ellos». Para el teniente de navío Martín Rojas este viaje supone un punto y aparte en su carrera militar. «Después de estar embarcado en otras unidades, desde patrullero a portaaeronaves, no quería dejar los barcos sin navegar en el Elcano, que es un destino especial para nosotros. Así que después del anterior crucero de instrucción y de esta vuelta al mundo, me gustaría continuar mi carrera en destinos de tierra tras 18 años de servicio en buques», detalla.
El teniente de navío ha pasado estos meses de navegación ocupado, tanto por el trabajo y las guardias de mar y llenando los ratos de ocio con «algo de deporte y de cine». Además, destaca el apoyo entre compañeros para hacer más llevadero el día a día, así como la conexión con el hogar, «intento llamar a casa a diario y seguir los estudios de mi hijo que empezó la secundaria este año» .
La familia es su fuerza
Cuando les preguntamos por algún momento especial de lo que llevan de navegación, los tres coinciden en el paso por los canales patagónicos y el Estrecho de Magallanes, «cada milla recorrida por esos lugares ha sido una maravilla». Pero son conscientes de que aún les quedan muchos meses por delante, en lo que el teniente de navío Martín Rojas prefiere no pensar para mantenerse con la moral alta. «La educación que me dieron mis padres y lo que he tenido que trabajar toda mi vida y tantos años de Armada creo que me prepararon para esto e incluso más. Además, creo que somos conscientes de cuál es nuestro trabajo y es una gran responsabilidad con nuestro país», afirma. «El arduo esfuerzo del trabajo rutinario que nos permite disfrutar de la íntima satisfacción del deber cumplido», dice al respecto el sargento Lavilla. La vocación y el ánimo de, como señala el marinero Ruiz Rocha, «mi familia, la cual espera mi vuelta a casa con inquietud y eso es lo que me da fuerza día a día para poder estar motivado. Cada mensaje, llamada o el escuchar la voz de un familiar, me aúpa a seguir adelante en lo que llevo de navegación y en el resto de la misma ».
Ellos, los seres queridos que han dejado en España, de los que casi no se pudieron despedir al comenzar el viaje a causa de la pandemia, les dan la fuerza necesaria para seguir un día más, para no rendirse jamás. Hablamos con ellos mientras navegan hacia Manzanillo y, para terminar, les pedimos un mensaje dirigido a los que han dejado en tierra . «Que no se preocupen, que aquí estamos bien y esperamos con ansia la tan esperada llegada del buque a las aguas de la bahía gaditana en donde podremos volver a reencontrarnos después de una larga y dura singladura. Con la esperanza de que a la llegada las cosas hayan cambiado y podamos abrazarnos y tener un recibimiento como se merece la gesta que estamos llevando a cabo», dice el marinero Ruiz Rocha. «Echo de menos a mucha gente, y quiero que sepáis que me acuerdo de vosotros. Os veo a la vuelta. A mi familia y sobre todo a mis sobrinas, os quiero mucho. Y espero que mi hijo esté orgulloso de mí porque estoy deseando verle a él y a mi mujer, que les debo mucho después de este viaje », es el mensaje del teniente de navío Marín Rojas. Por último, el sargento Lavilla declara: «me gustaría mandar tranquilidad y que calase el mensaje de que nuestra aventura sirva para darle ánimos y normalidad a una situación anómala . En breve nos daremos el más caluroso de los abrazos».