UNIÓN. Marsalis sonríe ante la maestría del algecireño. / J. RODRÍGUEZ
Cultura

«Éstos pueden tocarlo todo»

Vitoria acoge el mágico encuentro entre Paco de Lucía y el mejor trompetista de jazz de la actualidad: Wynton Marsalis

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No se conocían. No se habían visto, pero -evidentemente- sí se habían escuchado. Y es que se trataba del número uno, del gran maestro algecireño del flamenco, y del más prestigioso, el más completo jazzman de la actualidad. Paco de Lucía y Wynton Marsalis coincidieron ayer en el Pabellón de Mendizorroza, gracias al Festival de Jazz de Vitoria. El ciclo quiso im-pulsar un momento estelar de altísimo nivel, mágico, que, sin duda, quedará grabado en un lugar de honor en su historia de tres décadas.

«Éstos genios pueden tocarlo todo». Esta fue la frase que, pronunciada con el criterio y el convencimiento de un maestro de la música -más allá de los límites del flamenco- dirigió a sus músicos el gaditano Paco de Lucía, en referencia al trompetista de Nueva Orleans. Wynton Marsalis le había expresado poco antes, en inglés, que el flamenco no era la música que mejor conocía.

«Es distinto a lo que está acostumbrado, pero que sí, sí que lo coge», tradujo el genio de Algeciras a su banda, con el guitarrista Niño Josele, Israel El Piraña en las percusiones, Alain Pérez al bajo y Antonio Serrano con el teclado y la armónica.

Esta incorporación al repertorio instrumental del flamenco es la más reciente pincelada del maestro Francisco Sánchez Gómez -Paco el de la Lucía en los carteles de todo el mundo- para aportar nuevos colores a esta música. Ya en su momento hizo del cajón peruano un elemento habitual en su grupo, y desde entonces se convirtió en un elemento casi indispensable para el resto de intérpretes del género. Un género en el que «son los mejores del mundo. Es difícil estar a su nivel cuando tocan su música, la que hacen habitualmente».

Con estas ideas expresó el trompetista de Nueva Orleans sus primeras impresiones acerca de Paco de Lucía y su banda al director del festival vitoriano, Iñaki Añúa. Y eso que el músico de Luisiana ya había participado en un interesante intercambio de ideas con otro gaditano, Chano Domínguez, y su grupo, en 2003.

Dos tipos de asiento

Marsalis estuvo sentado -físicamente- en una silla roja, muy flamenca y de patio andaluz, entre Paco de Lucía y Antonio Serrano. Tanto el guitarrista como el teclista comentaron con el jazzman en los ensayos diversas cuestiones de estructuras, armonías y arreglos, para aportarle otro tipo de asiento, donde se sientiera más cómodo al tocar. También prepararon los momentos de entrada o cómo terminar las diferentes partes: unos patrones sobre los que dar rienda suelta a la creatividad de unos grandes músicos.

Y el maestro de las seis cuerdas, con esa pasmosa facilidad para lanzar falsetas imposibles y una visión absolutamente inigualable del instrumento y de los diversos palos, dio diferentes instrucciones a sus instrumentistas y cantaoras. Los matices y detalles, las melodías tan emblemáticas como Entre dos aguas se sucedieron mientras el de Algeciras y su grupo probaban el sonido en el pabellón vitoriano.

Dentro de un gran rigor musical, el maestro tuvo más de un toque de simpatía y humor. Como cuando sonó su teléfono móvil y acercó el aparato al micrófono. Todo ello fue el prólogo de una noche llena de magia en el Festival de Jazz de Vitoria.