RECUERDOS. La pareja rota, en una ceremonia de entrega de los Grammy.
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La etapa más difícil

Sheryl Crow, ex de Lance Armstrong, se confiesa en público por primera vez tras enfrentarse en unos meses al divorcio y al cáncer

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La chica que cantaba «All I wanna do is have some fun» allá por el verano de 1994 se ha convertido en una mujer de 44 años a la que las cosas ya no le parecen tan divertidas. El éxito profesional no la ha abandonado nunca, pero en lo personal, a Sheryl Crow 2006 sólo le ha deparado malas noticias.

La rockera, también conocida por ser la ex de Lance Armstrong, siete veces ganador del Tour de Francia, recupera la sonrisa en su nuevo album, Wallflower, con el que sale de gira benéfica por Estados Unidos. Pero en su equipaje sigue portando algunas amarguras. «Pienso en Lance todos los días», ha confesado a la revista Vanity fair en la primera entrevista concedida tras sobreponerse a un cáncer de pecho.

En Navidad todo era maravilloso. Lance y Sheryl anunciaban su compormiso de boda. América tenía el broche perfecto para la historia de sufrimiento, superación y triunfo del mejor ciclista de todos los tiempos. Un cáncer de testículos le aparta de la competición, pero consigue sobrevivir y volver a montarse en la bici para convertirse en el número uno y, tras un divorcio, vuelve a encontrar el amor junto a una niña bien, cantante de rock.

Una princesa que vivía su propio cuento de hadas, en el que había conseguido 17 premios Grammy. Juntos serían felices y comerían perdices. Pero 2006 no trajo nada bueno. En febrero rompían su relación. 17 días después, a la cantante le diagnosticaban un tumor en el pecho por el que debía recibir tratamiento.

«Sólo necesitaba radiación. No fue un gran proceso: diez minutos al día durante siete semanas», cuenta la artista. «Después sí llegaron la fatiga y el dolor». Y ya no tenía a Armstrong para ayudarla. «Sabía que Lance quería estar ahí conmigo», dice, pero ella prefirió los consejos de Dana Reeve, viuda del actor Cristopher Reeve, muerta en marzo de un cáncer de pulmón.

Según el ciclista, «a Sheryl se la hacía muy difícil manejar a la vez la rupturas y el diagnóstico». Así que buscó el camino en su interior. «Me senté sóla y busqué la forma de salir de esto». Meditó y cambió su dieta. «Comía salmón a todas horas, mucho Omega-6 en vez de Omega-3, y verduras, todo muy limpio y orgánico... No recuerdo cuándo fue la última vez que comí un donut».

Respecto a Armstrong, negó que la causa de la ruptura fuera que él no quisiera formar una nueva familía, aunque apostilló: «Sí hubiera querido casarme, ya debería haberlo conseguido, pero por alguna razón no lo he hecho. Siempre elijo personas que me ayudan a que no lo consiga».