LA COLUMNA

La polémica de las mamás abuelas

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Patricia Rashbrook, una psicóloga infantil británica de 62 años, se ha convertido ayer en la mujer de más edad que ha sido madre en el Reino Unido. No es el suyo un record absoluto: la marca mundial pertenece a Adriana Iliescu, una rumana doctora en Filología de la Universidad de Bucarest, que hace unos meses tuvo un hijo cuando estaba a punto de cumplir 67 años. Una mujer india cuyo nombre no se ha revelado, también profesora de profesión, dio a luz a un niño en 2003 a los 65 años. Otra, filipina, llamada Araceli Keh, alumbró en 1994 un bebé en Los Ángeles a los 63 años. Y la italiana Rosanna della Corte, lo consiguió en 1991 cuando ya había cumplido 62 años. Lo que las separa y hace la noticia de ayer más insólita es que la psicóloga británica es la primera que lo ha logrado cumpliendo estrictamente la legalidad vigente.

Las modernas técnicas de reproducción asistida permiten hoy a una mujer ser madre a la edad en la que sus coetáneas son abuelas. Para algunos eso plantea problemas éticos como la falta de condiciones físicas o psíquicas para la atención y la educación de los hijos, el abismo generacional o la orfandad prematura. Pero son más los que defienden que la maternidad a edad avanzada no se produce por egoísmo, soledad, vanidad sino más bien por generosidad, sensibilidad, altruismo. Lo que une a todas las madres longevas es un alto nivel cultural y, presumiblemente, que han adoptado con responsabilidad una decisión tan entrañable como polémica.

Por eso en un mundo en el que la ampliación del periodo de estudios y la precariedad del trabajo retrasan el acceso de los jóvenes al matrimonio, en el que la búsqueda de un confort económico y un estatus social demoran los embarazos deseados, las mamás abuelas mueven a la solidaridad, la ternura y la esperanza.