Norcoreanos visitan la estatua gigante de su líder, Kim Jong Il, en Pyongyang. / AP
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EE UU ofrece negociar a Corea del Norte pero envía un buque antimisiles a la zona

Washington pone como condición que Pyongyang vuelva a la mesa de conversaciones a seis bandas El 'USS Mustin' es un navío de los más sofisticados de la VII Flota

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Las ansias del líder norcoreano, Kim Jong II, por sentarse a la mesa cara a cara con Estados Unidos, como si fuera una superpotencia, encontraron ayer la fórmula más cercana que pueda aceptar el Gobierno de George W. Bush. El negociador estadounidense, Christopher Hill, admitió la posibilidad de encuentros bilaterales si el régimen de Pyongyang vuelve a las conversaciones a seis bandas con China, Japón, Rusia y su vecino del sur, de las que se descolgó en septiembre pasado.

Hill insistió en que estos encuentros sólo pueden producirse en el marco de las conversaciones a seis como una forma de «mejorarlos», porque «lo que no vamos a permitir es que esto se convierta en un tema bilateral», advirtió.

El asistente de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, se encuentra en Seúl este fin de semana para realizar consultas con las partes implicadas en la crisis que se desató el pasado martes, cuando Corea del Norte probó su tecnología con el lanzamiento de siete misiles, entre ellos uno de largo alcance que podría llegar hasta la costa de Estados Unidos.

El Gobierno surcoreano también apuesta por la diplomacia como arma para convencer a su vecino. «Es el momento de centrarnos en la diplomacia antes que en las medidas coercitivas», declaró el embajador Chun Yung-Woo, el principal negociador de Seúl sobre el dosier nuclear de Corea del Norte.

Las maniobras del régimen estalinista comenzaron al día siguiente de que Estados Unidos ofreciese conversaciones directas al Ejecutivo iraní, que hasta ahora ha negociado con el triunvirato europeo que forman Gran Bretaña, Francia y Alemania. Bill Richardson, anterior negociador estadounidense durante la Administración Clinton, sostiene que el dictador reacciona «como un niño descuidado» que busca atención.

Según esta teoría, compartida por casi todos los que en el pasado han negociado con el régimen de Corea del Norte, uno de los mejor armados del mundo, los desafíos de Kim Jong II tienen como objetivo demostrar que gobierna un país peligroso al que hay que mostrar respeto y trato de potencia nuclear.

Consciente de ello, el presidente norteamericano George W. Bush ha insistido en que busca responder a la crisis con soluciones diplomáticas y ha evitado repetir la amenaza de que la acción militar sea una opción sobre la mesa. Sin embargo, los movimientos de la flota estadounidense en el mar de Japón resultan suficientemente intimidatorios por sí solos.

El último ha sido el protagonizado por el 'USS Mustin', uno de los barcos de guerra más sofisticados de la Séptima Flota estadounidense que custodia el Pacífico. El barco ancló ayer en el puerto de Yokosuka, aunque el Pentágono atribuya su presencia en el escenario en el que se desmoronaron los misiles a operaciones de rutina previamente programadas.

«No tenemos ninguna misión en particular», aseguró el comandante del barco Edward Cashma a la cadena CNN. Eso sí, el oficial dijo «ser consciente» de la situación con Corea del Norte.

Alta tecnología

Sin embargo, la llegada del 'USS Mustin' al puerto nipón significa que Estados Unidos cuenta ya en las inmediaciones de la península de Corea con ocho buques con los sistemas de combate más avanzados del mundo. Además, a este navío se le unirá en tres semanas el 'USS Shiloh', que ha demostrado con éxito su capacidad para interceptar misiles enemigos en el aire gracias a la tecnología de los Aegys y el sofisticado equipamiento de radares del que está dotado.

Mientras, Japón presentó ayer oficialmente el proyecto de resolución para sancionar a Corea del Norte por el lanzamiento de misiles, pero aún ha dejado la puerta abierta para negociar con China y Rusia, que se oponen a la medida.

El representante del Gobierno de Tokio ante Naciones Unidas, Kenzo Oshima, manifestó su intención de que la votación se produzca cuanto antes en el Consejo de Seguridad, aunque también es consciente de que la fecha «dependerá de la negociación» con los Gobierno de Moscú y Pekín. El presidente del órgano decisorio de la ONU, el francés Jean Marc de la Sabliere, anunció que el momento para que se produzca la votación se anunciará oficialmente en jornada de mañana.