¿Agua, por caridad!

BENEDICTO XVI fue ayer, probablemente, la única persona que no pasó calor en Valencia. Y eso que la temperatura ambiente alcanzó los 30 grados centígrados y la sensación térmica, con una humedad relativa del 60%, la superaba en unos cuantos grados. El 'milagro' corrió a cargo de la organización, que, para proteger al pontífice alemán de los rigores estivales, diseñó un microclima especial que mantiene la temperatura a 18 grados centígrados en los 2.500 metros cuadrados del altar donde el Papa oficia las principales ceremonias. El centro neurálgico del equipo, que costará más de 600.000 euros, está compuesto por seis grandes aparatos de aire acondicionado dedicados a refrigerar unos 200 metros cuadrados en el centro del escenario.

Para evitar bajadas de tensión, golpes de calor o crisis de ansiedad provocados por la canícula, los peregrinos acudieron a todo tipo de remedios. Los más empleados, los socorridos abanicos y sombreros de paja, pero también abundaron paraguas y sombrillas; se instalaron tiendas de campaña y toldos improvisados con sábanas atadas a árboles y farolas para conseguir algo de sombra, y se recurrió, sobre todo, al agua. Cientos de miles de litros fueron repartidos en botellines de plástico por los diversos puntos del recorrido. Muchos intentaban mitigar el sofocante calor refrescándose en las fuentes, donde algunos llegaban a zambullirse, y el riachuelo artificial que recorre el antiguo cauce del Turia se convirtió por un día en parque acuático al servicio de los niños más pequeños.

Apiadados por la imagen exhausta de los fieles que llevaban al sol desde primera hora de la mañana esperando la llegada del Papa para el rezo del Ángelus, los vecinos de la Plaza de la Virgen de Valencia lanzaron cubos de agua desde sus balcones para proporcionarles una refrescante ducha. Tuvieron que repetir el gesto hasta en cuatro ocasiones.