CUARTO DE PALABRAS

Trayecto ordinario

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Leyendo Artículos, de Larra (me lo regalaron, pero no han hecho carrera conmigo), esperaba la otra noche el Uno resguardado del poniente en la piedra ostionera de la vieja Aduana. Cuando entré en el autobús me senté frente al cartel de la Rima XXI de Bécquer (...romántica la noche). Debajo del cartel Poesía en trayecto se sentaron dos señoritas. «¿Qué es poesía...?» No lo sé. Ni tampoco por qué me dio el punto de abstraerme. Mi cuerpo iba para Puertatierra y mi mente se quedó recordando la entrevista en LA VOZ en la que Leonor Gómez decía que «la gente de Cádiz tenía un refinamiento que ni en Madrid»; quizás porque algunos fragmentos me evocaron los últimos coletazos del romanticismo en un Cádiz que (amén de sonreír sin eslogan) era una ciudad culta, educada, emprendedora... Lo tenía yo por mejor, o idealizaba tal vez aquella forma de vivir, aquella forma de sentir, aquella forma de conducirse. Habría llegado al grado cursi de las Sicur de no haber sido porque una de las señoritas (una de las muchachas, una de las chavalas, una) dijo: «Quilla, este jersey me deja el ombligo al aire» (con su pirsin correspondiente). A partir de ahí, mi cuerpo y mi mente viajaron en dirección a Residencia.

Me contaba un amigo que uno de los que se apuntaron a ver al Cádiz en primera gritó un día, «¿Árbitro matraca!», y alguien le dijo, «Eres un romántico, pisha». Qué lejos queda aquel Larra que llevaba en la mano y que, por desamor humano y patrio, se pegó un tiro con veintiocho años. Para ponerme a su altura, por edad, tendría que darme yo dos tiros y cuarto. Aunque por la mitad de aquel sentimiento, hoy estaría tratándome una depre y, por circunscribirme en el paisaje, sentado en un banco de la Alameda entre aroma de porros. Por la otra mitad, bastaría con que me suicidara la oreja (¿pun! sordo) y me prejubilase. Es un suicidio más selectivo, nada más muere el oído, y si bien a la ciudad que sonríe se le escapa la vida, oficialmente lo único que se muere es la audición (aunque antes del tercer mes, por febrero, resucita).

«Chocho, te lo compraste mu chico», le contestó la otra. No pude por menos que ejercer de romántico antes de bajarme en mi parada: ¿Qué es un bastinazo?, dices mientras clavas en mi pupila tu pupila azul. ¿Qué es un bastinazo? ¿Y tú me lo preguntas? un bastinazo eres tú. A fin de cuentas era un trayecto ordinario.