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Recuerdo a Hitler y Franco

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Este jueves dialogaron en San Sebastián dos fuerzas políticas vascas: la izquierda abertzale y la izquierda socialista. El PP venía diciendo que los socialistas cometerían un sacrilegio si llegasen a hablar con la tapadera sociopolítica del terrorismo etarra. Al fin del encuentro, Patxi López, líder del PSE-PSOE, dijo a su interlocutor Otegi, ex dirigente de la ilegalizada Batasuna, que la reunión celebrada sólo podría repetirse cuando la izquierda abertzale disponga de una formación legal que la represente.

En esa frase se concentraría el núcleo de la hora y media que ha durado la entrevista más cargada de expectación de los últimos meses. Ha sido una reunión importante, y la foto que la testimonia fue calificada por Otegi de histórica, y por López, de inédita. En las conversaciones previas e informales entre socialistas y batasunos no se sacaron fotos. Desde este jueves o, mejor dicho, desde hace meses, Otegi sabe que o improvisa una fuerza política legal, que encaje en la vigente Ley de Partidos, o la izquierda abertzale no podría concurrir a las elecciones municipales del año que viene. Y tampoco podría sentarse a hablar del futuro político de Euskadi en una mesa a la que sentasen los socialistas. El Gobierno, el PSOE y el PSE exigen que la Ley de Partidos se cumpla. Se esperaba desde hace tiempo que la reacción del PP al encuentro López-Otegi, junto a sus respectivos edecanes, fuera tan iracunda como este jueves pudo apreciarse. Rajoy pulso el botón más alto en la escala del énfasis para asegurar que se siente libre de cualquier compromiso que pueda alcanzar Zapatero con ETA. Añadió que la reunión en un hotel de Donosti es el inicio formal de la negociación política con la banda terrorista. Todo lo expuesto por el líder popular se resumiría en un punto: Zapatero no está representando al Estado y carece de legitimidad para llegar a acuerdos con ETA. Y por si fuera poco, el PP presentará una denuncia en el juzgado de guardia por un encuentro al que Rajoy calificaba de ilegal e inmoral.

Pero lo que da más dramatismo a la lucha dialéctica del PP contra el Gobierno, en el Parlamento, en los medios y en los juzgados, no es tanto lo que se dice sino lo que se sugiere. Y Rajoy parecía sugerir que ya es hora de que se vea la cara oculta de este proceso. Bien es verdad que el líder popular podía referirse a su déficit de información, por la supuesta cicatería con que se la suministra el presidente del Gobierno, pero también a las sombras en que iría a desarrollarse el proceso de paz, por lo inconfesable de sus objetivos, que según el PP son la rendición del Estado a ETA, la autodeterminación del País Vasco y la anexión a Euskadi de Navarra. Y ya no los mencionan los portavoces del PP como hipótesis o supuestos sino como verdades a las que ni las seguridades de Zapatero sobre respeto a la legalidad vigente y a la Constitución logran poner sordina.

En algún momento agobiante de los dramas, se suele recurrir al humor para liberar la tensión de los espectadores, y esa liberación corrió a cargo de la dirigente del PP vasco, María San Gil, a quien la foto de López y Otegi, por lo espeluznante que debía parecerle, le recordaba la de Franco con Hitler, lo que habrá disgustado a amplios sectores de su partido, nada convencidos de que Otegi recuerde a Franco, a no ser porque a ambos el rechazo de la violencia no les entusiasmaba, aunque Otegi se ve obligado ya a rechazarla. Por imperativo democrático.