LA GLORIETA

Divorciadas

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

De pequeña sellasteis un pacto de amistad, cuando os sentabais juntas a ver Candy Candy. Pero esa promesa de no separarse jamás la rompió ella cuando se echó novio con 15 años y no le volviste a ver el pelo. Luego os encontrabais por la calle: ¿Qué tal los niños?/Me alegro de verte/ ¿Cómo pasa el tiempo!/ Hasta ayer, cuando recibiste su llamada. ¿Me he divorciado! te anunció como quien descubre una tía en América y acaba de recibir su herencia. Tú no sabías si felicitarla o no, así que te descuelgas con aquello de: «Pues ya quedaremos y salimos por ahí a tomar una copa».

Lo malo es que ella te toma la palabra y se aparece al sábado siguiente con unos pantalones piratas -aptos sólo para Shakira y sus hermanas- y una blusa atada a la cintura. Tú comienzas a preguntarte qué ha sido de esa chica modosita, vestida de Burberry de los pies a la cabeza, a la que incluso cortarse el pelo a capas le parecía descocado. Pero ya es demasiado tarde y te ves arrastrada de bar en bar, tomando margaritas (?), chupitos y copazos con esa mujer a la que, en realidad, no conoces y cuya amistad te importa un rábano.

Sigues y terminas la noche en un garito salsero, bailando Amor de conuco con un baboso recién escapado de una despedida de soltero. Cuando por fin consigues llegar a tu casa, después de repetir lo bien que te lo has pasado y lo mucho que deseas repetir la experiencia («Ya te llamaré yo») son las siete de la mañana. Te has esforzado en vano en explicarle que es inútil tratar de recuperar el tiempo perdido y que, en realidad, no se ha perdido gran cosa en estos últimos 15 años.

Ahora lo único que necesitas es mudarte de ciudad.