Editorial

Mejores datos de empleo

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El Ministerio de Trabajo anunció ayer que los registros de sus oficinas del INEM disminuyeron en casi 45.000 personas en junio, y que esto hace bajar el paro en más del 2 % con respecto a mayo. La cifra es igualmente noticiosa en la provincia de Cádiz, donde el descenso del semestre fue de 8.600 personas, después de cinco bajadas consecutivas y con un rasgo destacado: abril y mayo aparecen como meses de mayor empleo que junio, de modo que se rompe la estacionalidad y se adelanta la temporada turística. Con todo, son precisos aún mejores resultados para superar tanto el mal invierno como el problemá endémico del paro en la provincia.

A nivel nacional, en lo que va de año se han dado de baja en las listas del paro 15.000 personas, y eso tiene que ver con el hecho de que en este mes pasado se suscribieron más de 1,5 millones de contratos, la cifra mensual más grande de la serie histórica con que contamos. Como cabría esperar, el descenso benefició más a los servicios, pero es de destacar que la industria-después de un mal año-ha empezado a demandar trabajo también.

Es incuestionable que estas cifras representan buenas noticias para una economía que necesita mantener el incremento de su participación laboral y su empleo para seguir creciendo; de ello depende que los mercados de los dos ingredientes fundamentales para el crecimiento-capital y trabajo sigan alimentando las manufacturas y los servicios. Sin embargo, mientras los mercados de capitales son cada vez más fluidos y eficientes gracias a un sistema financiero incomparable como el nuestro, los mercados de trabajo continúan mostrando muchas deficiencias.

Un euro es un euro en cualquier lugar o circunstancia, pero una unidad de trabajo no puede ser definida de manera homogénea sin hacer mención de su calidad. Y nuestro mercado de trabajo adolece de baja cualificación, motivo por el que las cifras globales no deberían ocultarnos el problema que se nos viene encima por la repercusión del bajo nivel de conocimiento y habilidades -el «capital humano» -del trabajo en nuestra economía. No se trata solamente de que nuestra compleja estructura productiva absorba la mayor parte posible de la mano de obra disponible, sino que hemos de conseguir que ésta sea además de la más alta cualificación, y que se combine con la cantidad óptima de capital para que rinda la más alta cota de productividad. En una economía abierta, minimizar el paro es una condición necesaria pero no suficiente para mantener el crecimiento.

El Ministerio de Trabajo tiene motivos hoy de satisfacción. Pero no por su propio esfuerzo, sino por el de una economía grande, compleja y descentralizada que acumula una inercia y la necesaria dosis de sentido común para progresar por el buen camino. A nuestras autoridades compete no interferir y hacer el camino cada vez más fácil, y eso podría venir de una labor constante para desbrozar el camino de obstáculos a la movilidad y la contratación, y también para formar a nuestra fuerza laboral en sus habilidades y destrezas.