Aznar en el campus de FAES
Actualizado: GuardarEstán inaugurando universidades e instituciones sus cursos de verano, y en el campus de la FAES presidida por Aznar, el ex presidente del Gobierno, expuso ayer sus juicios adversos a la política antiterrorista de Zapatero, porque el Gobierno y ETA caminan juntos en el llamado proceso de paz. O algo horrible trama contra España y los españoles Zapatero, o algún desequilibrio podría apreciarse en el sistema emocional de Aznar, quien considera una tragedia lo que muchos ciudadanos ven como esperanza. Pero cabe la posibilidad de que la esperanza nazca de un voluntarismo irresponsable, y que el proceso de paz sea la hoja de ruta que, según la homogénea cúpula popular, terminaría en la autodeterminación-independencia de Euskadi, previa anexión de Navarra al País Vasco. España desmembrada. Sostenía ayer Aznar que Zapatero transmite con sus actos a las víctimas del terrorismo el mensaje obviamente siniestro de que la muerte de sus familiares no ha servido para nada. Recordando el asesinato de dos concejales del PP, Miguel Angel Blanco y Jesús María Pedrosa, dijo textualmente: «Pues aquellos que aguantaron y fueron asesinados, aguantaron para nada. Y les mataron para nada». Y apostilló: «¿Para qué? Para nada». La proliferación de tribunas políticas en los cursos de verano permite que unas opiniones debiliten o anulen a otras, pues tanto enzarzamiento argumental no se graba en las mentes más que como emborronados criterios, excepto para quienes escuchan, como buenos prosélitos, con el ánimo de ver robustecidas sus ideas. Frente a ese desprecio a las víctimas de ETA y a las asociaciones de supervivientes de atentados y de familiares de los muertos, que Aznar atribuye a Zapatero, la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la Vega, habló desde el campus veraniego de la madrileña Universidad de Carlos III, para decir que «el Gobierno está convencido de que cuenta con el apoyo y el respaldo de la inmensa mayoría de los ciudadanos, y con la mayoría de las fuerzas políticas», además de con el aliento de instituciones nacionales e internacionales, y «confío en que el principal partido de la oposición vuelva al consenso del que nunca debió salir». No parece, sin embargo, que FAES vaya a suavizar la producción de sus ideas y argumentos, dada la virulencia al hominem o ad personam con que Aznar ataca la aventura de paz en la que Zapatero se ha embarcado, y dados los apoyos de que dispone la dirección del PP, según reconocía ayer Natividad Rodríguez, viuda del socialista Fernando Buesa, asesinado por ETA. Defienden las tesis contrarias a toda interlocución con ETA mientras la banda no entregue las armas, desde un sector difícilmente cuantificable de la sociedad española hasta algunos medios de comunicación de gran audiencia, desde el principal partido de la oposición hasta importantes asociaciones de víctimas del terrorismo, lo cual no sólo es digno de tenerse en cuenta sino que debe tomarse permanentemente en consideración, aunque la responsabilidad del Gobierno, de éste o de cualquier otro, sea la de seguir sus propias sendas.
Lo que no encaja en la normal confrontación política es el argumento acusatorio, supuesto, condicional o imaginario, sobre lo que el Gobierno piensa hacer, en contra de sus propias declaraciones. Satisface obviamente a cierta clientela del PP, y a instituciones que se consideran moralmente agredidas por el Gobierno socialista, esas acusaciones basadas en meras hipótesis de futuro. Sería mejor que se expusiera, en cualquier foro de verano, la estrategia detallada de cómo podría lograrse el fin de ETA sin sentarse a hablar con ella de presos y de entrega de las armas.