«Tan sólo mi madre me llama Miguel Ángel»
«Eugenia Martínez de Irujo tiene una personalidad arrolladora y cualquier hombre se enamoraría de ella», afirma el modista
Actualizado: GuardarCriado entre percales, hilos y agujas, Cristo Báñez no podía ser otra cosa que modisto. Con sólo 26 años, este dicharachero e hiperactivo almonteño puede presumir de ser el diseñador oficial de los trajes de flamenca de las mujeres de la Casa de Alba; desde Eugenia a Cayetana, pasando por Genoveva. Pero también ha vestido de gitana a muchas modelos, a la Barbie e incluso a la infanta Leonor. Su ídolo es Miguel de Molina, que, además de cantar, «creaba ropa muy original para sus ballets».
-¿Ser de Almonte marca?
-Claro, porque es el pueblo donde se hace la romería del Rocío, está en medio de Doñana... Y eso inspira. Yo tengo taller y tienda en Almonte, pero también en Sevilla. Así que vivo a caballo entre el corazón y la mente. Además soy muy rociero y me he criado entre tradiciones.
-¿Cristo es su nombre de pila?
-No. Mi nombre de pila es Miguel Ángel. Lo de Cristo me lo he puesto en homenaje a mi madre, a la que siempre he idolatrado.
-¿Cuál es la relación entre Cristo y su madre?
-Que mi madre se llama Cristobalina. Y de Cristobalina, Cristo. Ella es una reconocida modista de Huelva. Ya no está en activo, pero en mi taller de costura trabajan las mismas que empezaron con ella. Así que, en su honor, a mi tienda le puse Cristo Báñez, que son su nombre y apellido. Porque el de mi padre es Díaz. Y ahora todos me conocen como Cristo. Miguel Ángel ya tan sólo me llama mi madre.
-¿Cómo llega a su taller Eugenia Martínez de Irujo?
-A través de amigos de mis amigos... Primero coincidimos en alguna fiesta, en cenas...
-¿Le impresionó?
-Sí, porque Eugenia, al natural, es maravillosa y auténtica. Tiene una personalidad tan arrolladora que yo creo que cualquier hombre se enamoraría de ella. Es una mujer especial, y además muy sencilla, muy sana y muy campechana. Yo era de los que siempre pensaba que Fran era el guapo de la pareja. Al conocerla de cerca, entendí por qué Fran estaba tan enamorado de Eugenia.
-¿Cómo se convirtió en su clienta?
-Me encargó un traje de flamenca para ella y otro igual para su hija, para la Feria de Sevilla de hace cuatro o cinco años. Les hice unos vestidos en rosa y rojo. Quise hacer algo con lo que la niña no pareciera una vieja ni la madre quedara infantil. Eugenia es bajita, pero tiene muy buen cuerpo. Está proporcionada, tiene un pecho muy bien puesto, una cintura muy bonita... Y es delgada, gasta una 36. Es muy fácil coser para ella.
-¿Y la niña?
-La niña es una andaluza guapísima, morena, ideal... Es muy graciosa y muy flamenca. Lleva tres años eligiendo el color del vestido de la Feria. Tiene mucha personalidad y muy presumida, con los tacones puestos a todas horas... A su abuela le encanta que sea así de gitanita.
-¿Genoveva Casanova también es clienta suya?
-Sí. La quiero mucho. Es lindísima y naturalísima. Como clienta no es nada complicada, igual que Eugenia. A ellas las pruebo en sus fincas, para evitar a la prensa. «Soy tu mexicanita», me dice Genoveva si no la reconozco por teléfono.
-¿Y cómo ha logrado hacerle un traje a la duquesa de Alba?
-Hacía muchos años que ella no se vestía de gitana y me ha hecho una ilusión enorme hacerle yo el traje, porque la duquesa es un icono en Andalucía. Me llamó Genoveva para comentarme que su suegra quería que yo la vistiera. Y luego me llamó ella. Yo la traté como a la madre de una amiga. Me dijo que cumplía 80 años y que quería vestirse otra vez de gitana.
-¿No le asustó el encargo?
-Me dio un poco de miedo por la responsabilidad. Pero llevo muchos años de oficio. Lo más gracioso es que me presenté en Dueñas con un amigo. Y al terminar la reunión, yo, en plan maruja, le dije: «Hay que ver qué casa más bonita tiene...». Y mi amigo soltó: «Toma, como que es el palacio de Dueñas». Ella se puso a reír.
-¿Qué indicaciones le dio ella para el vestido?
-Que no pesara, que fuera un poco más cortito, por comodidad, y verde. Lo demás lo dejó a mi elección, pero me advirtió: «Cristo, yo soy muy hippy y quiero un vestido hippy». Así que se lo confeccioné con una tela de la India. También me dejó elegir flores y complementos.
-¿El traje le dio alguna dificultad?
-Ninguna, con dos pruebas me bastó. Sólo que el perro no me dejaba probarle. Era un perro chiquitín y muy lindo, pero al verme agachado, poniéndole bien los bajos, quería darme un bocado. Ella se reía. Es una mujer muy coqueta. Creo que su nieta ha salido a ella.
-También ha vestido a Blanca Martínez de Irujo en el Rocío.
-Sí, me llamó Fran para pedírmelo. Ella no tenía tiempo de bajar a Sevilla, así que le hice cuatro vestidos que ni se probó. Me mandó las medidas y eligió las telas a través del muestrario que le envié a Madrid. Era la primera vez que se vestía de gitana y me lo dijo. Puso mucha confianza en mí porque, según me dijo, había visto los trajes de su prima Eugenia.
-¿A quién le gustaría vestir?
-A Paloma Cuevas. Y también a una mujer como Nati Abascal, porque su elegancia barroca me fascina. Pero tengo que decir que he sido el primero en diseñarle un traje de flamenca a la infanta Leonor.