MOTIVADOS. Varios futbolistas de Alemania celebran la clasificación para semifinales tras la tanda de penaltis ante Argentina. / REUTERS
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Almas gemelas nacidas para ganar

La anfitriona Alemania intentará terminar con su gafe ante Italia, a la que nunca ha ganado en un Mundial

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Se intuye un partido muy táctico. Alemania desarrolla un juego más ofensivo como dan cuenta sus 11 goles a favor, pero ante Argentina, cuando no se sintió superior, no asumió riesgos. Tampoco lo hará hoy, aunque intentará imponer un ritmo alto de juego con llegadas lo más directas posibles. El duelo por alto Materazzi-Klose puede ser clave para la marcha del resultado. Su mal partido ante los argentinos -un enemigo sólido- pone en cuarentena su regular recorrido anterior, pero ante rivales menores.

Klinsmann, que no podrá contar con un Frings sancionado, se mantiene firme en el 4-4-2. Apenas ha realizado cambios en los cinco partidos. Borowski, titular en el primero ante la ausencia de Ballack (lesionado), y Huth, que entró por Metzelder contra Ecuador. También los cambios los tiene medio previstos el técnico: Odonkor para da velocidad por la derecha, Borowski para oxigenar el medio campo y Neuville para dar velocidad al ataque cuando Klose o Podolski tiren la toalla.

Italia se cimenta en su gran defensa, como atestigua que sólo haya recibido un gol en cinco partidos y además se lo marcó un defensa, Zaccardo, en propia meta. Juega descaradamente al contragolpe y maneja los tiempos a la perfección. Sabe que tendrá su momento y espera pacientemente a que llegue.

Klose es a Alemania lo que Toni a Italia. Gol. El alemán, a sus 28 años, ha alcanzado su plenitud, pero bien se puede decir que ha sido un delantero que ha explotado tarde. Hasta hace dos temporadas que llegó al Werder Bremen no destapó todas las cualidades que se intuía llevaba dentro y que había dejado caer en pequeñas dosis en el Kairserslautern y en el último Mundial, cuando con sus tres goles a Arabia Saudí consiguió hacerse con un puesto de titular. Voller confiaba en él. Klinsmann nunca ha dudado. Sus 25 dianas en 26 partidos de la Bundesliga esta temporada son tanto aval como sus 26 goles en los 57 partidos que lleva con la selección, diez en el Mundial.

La explosión de Toni aún ha sido más tardía. Un año mayor, perdido en un equipo de Tercera, a los 23 quería dejar el fútbol porque ni siquiera se divertía. De tres años a esta parte su vida ha cambiado. Sus 81 tantos, 31 esta temporada en la que se ha consagrado mejor goleador de Europa (Bota de Oro), le han convertido en un deseo de mercado y mucho más si su equipo, el Fiorentina, es castigado por el escándalo de los arbitrajes.