La evolución del genio modernista
El Castillo de Santa Catalina acoge la exposición que resume la obra del artista catalán Hermen Anglada Camarasa a lo largo de un recorrido por sus distintas etapas creativas
Actualizado: GuardarCuatro años de espera y duras negociaciones han sido necesarios para que esta «espléndida colección», como la definía la alcaldesa, Teófila Martínez, llegue a exhibirse en Cádiz. Cuatro años en los que el Castillo de Santa Catalina ha conseguido reunir los requisitos y exigencias técnicas necesarios para acoger uno de los mayores compendios existentes del «gran costumbrista y paisajista del Mediterráneo» por excelencia, como destacaba ayer el concejal de Cultura, Antonio Castillo.
Anglada Camarasa en la distancia es un proyecto ideado por el Ayuntamiento gaditano en 2001 cuando se inauguró la Sala Baja del Castillo de Santa Catalina. Hoy, cinco años después y gracias a la Fundación La Caixa, las obras de este modernista catalán llegan a la ciudad para completar la oferta cultural que el consistorio ha preparado de cara al verano.
Comisariada por Empar Rosselló, esta gran exposición de Hermen Anglada Camarasa (Barcelona, 1871-Pollença, 1959) supone un recorrido por las distintas etapas por las que atravesó la producción artística de este pintor. Representadas en un conjunto de 37 cuadros, estas obras visitarán Cádiz como último destino dentro del «pequeño itinerario de exposiciones previstas antes de volver a su lugar de origen, Mallorca, donde Anglada pidió que se quedasen», explicaba ayer el secretario general de la Fundación La Caixa, Luis Reverter.
Es precisamente en el Centro Cultural de Palma donde descansan las más de 200 piezas -entre óleos, dibujos y litografías- propiedad de la Fundación que fueron compradas a la familia del artista en los años 70 y que La Caixa itinera regularmente por España.
Como explicaba ayer su comisaria, la exposición Anglada Camarasa en la distancia es un fiel reflejo de los tres elementos imprescindibles en la obra de este genio mediterráneo, «la luz, la estética y el color». Tres características esenciales y presentes en todos sus cuadros en torno a las cuales se ha estructurado la exposición atendiendo a su mayor o menor presencia dependiendo de las épocas creativas de Anglada Camarasa.
Así, el primer ámbito al que se alude en esta exposición es al de su juventud en París, una etapa que comienza en 1894 cuando el pintor se instala en Francia y descubre la luz -natural y eléctrica-, un elemento que le permitirá representar diferentes escenas parisinas, muchas de ellas nocturnas y alusivas a los music-hall, los casinos y el Moulin Rouge.
A esta primera etapa corresponden obras como Sodoma y Go-morra o El saludo de la actriz que, como destacaba Empar Rosselló, son «cuadros muy modernos para la época en que fueron pintados», al tiempo que reflejan la evolución del artista hacia «lo abstracto, aunque sin llegar a este estilo», recordaba Reverter.
El trazo y «el grosor excepcional de la pintura» son las características fundamentales de la segunda etapa en que se divide esta exposición y que corresponde a la llamada Época de Valencia. La belleza y la estética como finalidad de la obra, con la figura femenina como temática primordial, son las características más visibles en este periodo que queda representado en cuatro obras de gran formato: Fra le rose, El ídolo, Retrato de Marianne Willenson y La sibila, realizadas entre 1907 y 1913.
Tras la guerra civil y el posterior exilio de Anglada Camarasa a Francia, el pintor regresa a Mallorca en 1938 para recrear sus obras más coloristas. Los paisajes mallorquines, en contraste con los cielos plomizos y grises de las obras realizadas en la Bretaña, demuestran la supremacía del color sobre el resto de elementos en las últimas obras de la vida del pintor.
Tal y como explicaba Rosselló, el título de la exposición, Anglada Camarasa en la distancia, se debe, no sólo a la «distancia temporal» que separaba la obra de este artista con las propias de su época, sino también a la «distancia física entre el espectador y el cuadro». Es precisamente esta última dimensión la que hace de la obra de Anglada aún más excepcional, ya que según se observa el cuadro a distintas distancias su perspectiva, colores y profundidad van cambiando, lo que permite observar la obra en todo su esplendor.
La exposición, que se mantendrá en Cádiz hasta el próximo 27 de agosto, será uno de los atractivos culturales del verano gaditano y, sin duda, como es deseo del Ayuntamiento gaditano, ayudará a ligar al Castillo de Santa Catalina a esa «imagen de sede de exposiciones de calidad» que lo están convirtiendo en una referencia artística para toda la provincia.