INTIMIDAD. Miguel y Jose posan en la cama que corona su dormitorio que, según aseguran, usan menos de lo que desearían por culpa de las obligaciones laborales.
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El amor estable entre Miguel y José

Una pareja que lleva unida 17 años aplaude la nueva ley porque iguala los derechos con los heterosexuales

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La ley que permite el matrimonio entre parejas del mismo sexo -que el Gobierno aprobó hace ahora un año y unos pocos días-, no se convirtió en el detonante para una masiva celebración del amor homosexual que algunos sectores creían y otros temían. En toda España se han casado 4.500 personas con otras 4.500 personas de su mismo sexo. Muy lejos de las cifras que se barajaban antes de dar luz verde a la ley.

Muchas de las parejas estables de personas del mismo sexo que ya funcionaban hace un año, siguen conviviendo sin un papel que certifique la unión de por medio. Pero ahora el matrimonio es una cuestión de elección y no de prohibición.

Es el caso de Miguel Ángel Pérez, 40 años, y José del Cid, 34 años. Ambos se aman desde hace 17 años. Han reído y llorado, discutido y reconciliado tantas veces como cualquier otra pareja que pueda contar sus aniversarios por lustros. El matrimonio no entra en sus planes, pero se alegran de poder casarse si algún día les pareciera una buena idea. «Está muy bien que tengamos esa posibilidad, porque tenemos el mismo derecho que cualquier otra pareja. Si hay pocas bodas gays es porque no tenemos tanta presión, familiar y de la sociedad en general, para hacerlo», explica José.

Comienzos duros

Gracias a su estabilidad emocional, Miguel y José han conseguido hacer funcionar dos peluquerías en San Fernando y una agencia que se dedica a organizar eventos en salas de fiesta de toda Andalucía. Un logro que no ha estado exento de problemas. «Cuando empezamos todo era mucho más difícil. Ahora todo el mundo quiere tener un amigo homosexual, la industria se ha dado cuenta que el dinero rosa es muy goloso porque las parejas de gays tenemos menos obligaciones familiares y gastamos más, gracias a lo cual nos miman como nunca. Pero hace unos años, aún nos marginaban en muchos sitios sólo por el hecho de no gustarnos las mujeres», recuerda Miguel.

José y Miguel se califican como «homosexuales ordenados» y se declaran en contra de la imagen frívola que desde algunos sectores se ofrece de su colectivo. «Las asociaciones de gays y lesbianas están bien para ayudar de forma seria, pero esas manifestaciones en Chueca con gente que parece que está en el Carnaval de Cádiz haciendo todo tipo de cosas extrañas nos quita la razón y el prestigio que podamos ganar», asegura José.

La historia de amor de esta pareja difiere en muy pocas cosas de cualquier pareja compuesta por personas nacidas durante y después de la década de los sesenta. «Somos diferentes en muchas cosas y por eso nos complementamos. Estamos juntos porque queremos y no permitimos que nos discriminen y nos discriminamos nosotros mismos. No pensamos en casarnos, pero nos gusta saber que podemos hacerlo», dice Miguel orgulloso.