La soledad del corcho
El sector productor del corcho, que está en plena campaña de saca en Los Alcornocales, critica la falta de apoyos de la Administración y de la industria
Actualizado: GuardarHace ya semanas que las cuadrillas trabajan en el Parque Natural de Los Alcornocales en la saca de corcho de los árboles, una tradición que se remonta al siglo XIX en su vertiente industrial, pero que ya en época de los romanos era una costumbre en la zona.
En estos días, y hasta principios del mes de septiembre, los propietarios de las 170.000 hectáreas que existen en este parque natural han iniciado el proceso de extracción de este producto que se destina principalmente a la industria de las bebidas, para la fabricación de tapones, y que se obtiene al quitar parte de la corteza del tronco y de las ramas de estos árboles.
Es un ritual que se repite cada año, pero para el que se respeta el riguroso ciclo que establece que un árbol sólo se puede descorchar cada nueve años, que es lo que tarde en reproducirse y volver a ser apta para el consumo la capa que recubre al tronco. Por eso, y pese a algunas voces contrarias a esta práctica, la presidenta de la Asociación de Propietarios de Monte de Alcornocal, Isabel Ugalde, defiende esta tarea «que no daña al alcornoque, porque todos sabemos cuál es el periodo óptimo para que el corcho salga solo y no perjudicamos en nada».
Las críticas las lanza Ugalde en otra dirección, hacia la Junta de Andalucía, que «no sólo no acepta nuestras peticiones de flexibilizar y adaptar las fechas para el periodo de la saca, ya que en cada zona productora la evolución y el clima son distintos, sino que además se ha desinteresado absolutamente de este sector en cuanto a ayudas o planes de formación».
Así, la representante de los propietarios destaca la dificultad de encontrar personal especializado para esta tarea, sobre todo porque «la Junta no fomenta, como sí se hace en otros países, las profesionales centradas en el ámbito forestal». Tampoco se dan ayudas a los propietarios para la investigación y el mantenimiento de estas fincas pese a que «el Parque de los Alcornocales cumple una función social, ya que somos un pulmón de la provincia, una fábrica de eliminación de CO2. Pero está claro que aquí no se hacen políticas medioambientales adecuadas».
Pese a todo, los productores de corcho siguen año tras año con la actividad, y luchan sin apoyos ni subvenciones para la investigación contra plagas como la de la culebrilla o la lagarta peluda, que debilitan los árboles y estropean totalmente la producción.
Pero la producción del corcho en Cádiz y Andalucía tiene más enemigos, uno de ellos la propia industria del vino a la que se dedica casi en exclusiva este producto y que en un afán de abaratar costes experimentó hace unos años un proceso de sustitución de los tapones de este material por otros sintéticos como plástico o aluminio.
Por eso, aunque la producción de corcho siempre se vende, ha tenido años malos. En palabras de Ugalde, «no se entiende como la industria, sobre todo la de los vinos de calidad en los que el envejecimiento en botella es tan importante, ha decidido dejar de lado a un producto ecológico, biodegradable y que confiere propiedades óptimas a los caldos».
Esta falta de apuesta por el corcho y el hecho de que en Andalucía no haya una industria fuerte ha provocado también que, mientras en otras regiones como Extremadura el corcho sólo se extrae si está vendido, aquí permanezca apilado a la espera de la llegada de compradores que a veces pagan menos que en otros lugares. UVA A UVA