«Hay niños-soldado que aún no se han enamorado y ya han matado»
Encarna a un traficante de armas en 'El señor de la guerra', una ácida denuncia de un negocio colosal
Actualizado: GuardarMiembro de una de las dinastías más célebres de Hollywood, Nicolas Cage (Long Beach, 1964) es una estrella atípica a la que le gusta correr riesgos. Sobrino de Francis Ford Coppola, el camaleónico actor da vida en El señor de la guerra a un traficante de armas con conflictos morales en una ácida sátira que no deja títere con cabeza. Cage, que acaba de donar dos millones de dólares a Amnistía Internacional para rehabilitar a los niños-soldado, también estrenará el 9 de agosto en Estados Unidos World Trade Center, la visión de los atentados del 11-S según Oliver Stone.
-¿Qué le llevó a protagonizar y producir El señor de la guerra?
-El guión. Me enganchó porque había algo inusual en este traficante de armas a nivel internacional, distinto a todos los que yo he visto en el cine. Es una película bastante oscura. Mi personaje no tiene por qué gustarle al público.
-¿Tiene usted pistola en su casa?
-Sí. Tengo licencia de armas de fuego. Creo que las armas son peligrosas, hay que tener un control sobre ellas, especialmente en Estados Unidos. Las pistolas no deben caer nunca en manos de los niños. Hay casi 300.000 niños-soldado en el mundo, chavales que no han besado a una chica ni se han enamorado, pero sí han matado.
-¿Cómo describiría la película?
-Es una combinación entre El dilema y El precio del poder, aunque hemos reemplazado el tabaco y las drogas por las armas. Mi personaje es un traficante que cae en desgracia y provoca una revolución política. Es un hombre sin ética ni moral.
-¿Mantiene la misma ilusión que tenía al principio de su carrera por la actuación?
-Sí, siempre me he considerado un estudiante en este oficio. Aquí estás siempre aprendiendo, continuamente y la ilusión te ayuda a crecer como actor.
-¿Es un actor de métodos extravagantes?
-La idea de que no soy un actor de método implica que no tengo ningún tipo de método de interpretación y que poseo mi propio sistema a la hora de preparar los papeles. Con El señor de la guerra pensé en crear a un tipo desagradable pero al mismo tiempo atractivo para el público. En muchas ocasiones elijo películas que me ayudan a nivel personal, como terapia, ya que a través de los personajes me libero de emociones y sentimientos negativos.
-En los dos últimos años ha estrenado seis películas.
-Ha venido así, no lo he planeado. No me considero un adicto al trabajo porque desde hace casi un año no he hecho nada. Me gusta trabajar, forma parte de mis creencias espirituales porque quiero hacer algo productivo con mi tiempo, sentirme útil. No soy de estar sentado en la piscina tomándome un margarita, ese tipo de lujos me aburren.
-¿Era Sudáfrica el país perfecto para rodar este filme?
-Es un lugar fascinante porque puedes crear muchos otros lugares sin que la producción se dispare. Esta película se desarrolla en mu-chos países, y Sudáfrica fue ideal. Rodar allí nos costó 80 millones de dólares; en Estados Unidos hubiera costado 120.
Fieles al 11-S
-¿Cómo escoge los papeles? Sus elecciones siempre sorprenden.
-Tengo un gusto bastante ecléctico. No quiero vivir siempre con la misma película, y eso marca mis decisiones. Es peligroso cuando te ves atrapado en un único registro. Es cierto que las películas funcionan si la audiencia sabe lo que va a encontrar de un determinado actor, pero eso me aburre. Me gusta sorprender, que el público adivine qué va a encontrar esta vez de mí. No quiero hacer sólo películas independientes o de aventuras, me gustan los dos tipos.
-¿Piensa volver a dirigir?
-Es un terreno en el que voy con los pies de plomo, no me atrevo a disparar de nuevo. Me queda mucho que aprender como director, todavía estoy encontrándome a mí mismo. Me quedé muy contento con mi ópera prima. Sonny fue un gran reto, pero el espectador no la entendió. Tengo que pensar mucho, tener mucho cuidado con mi próximo proyecto. Como director, estoy tratando de encontrar mi identidad.
-¿Qué me puede contar de World Trade Center?
-Es una historia fiel a lo que ocurrió el 11-S. Oliver Stone y yo habíamos tratado de trabajar juntos durante años. Esta película narra lo que ocurrió entre las familias de las personas que sobrevivieron y cómo se enfrentaron a esa situación. Es un filme sobre la condición humana.
-Ha protagonizado muchos largometrajes sobre la familia. ¿Por qué le atrae tanto este tema?
-Siempre he querido hacer un drama familiar, un genero muy apreciado por los espectadores y del que normalmente todos aprendemos algo. También es difícil de conseguir, porque se puede quedar en un telefilme o en un capítulo para una serie de televisión.