«No habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones»
El experto en sistemas de creencias completa con 'El Islam' su trilogía
Actualizado: GuardarNo hay más dios que Dios y Mahoma es su profeta. Con este simple enunciado, una tribu árabe consiguió convertir su religión en la segunda del planeta; no tardará en ser la primera. Por eso, es razonable suponer, como Hans Küng, que «no habrá paz entre las naciones sin paz entre las religiones» y que «no habrá paz entre las religiones sin diálogo». A sus 78 años, el teólogo suizo ha completado con El Islam. Historia, presente, futuro su trilogía sobre las tres grandes religiones monoteístas. Es su contribución a la tercera parte de su tesis: «No habrá diálogo entre las religiones si no se investigan sus fundamentos».
-¿Llega este volumen en un momento especialmente oportuno?
-Pues sí. Llevo muchos años trabajando en este proyecto, pero ahora, tras los atentados del 11-S y del 11-M, es más necesario que nunca.
-¿Por qué?
-Porque en el mundo de hoy la convivencia pacífica es imposible si las religiones no dialogan, y no pueden dialogar si se basan en prejuicios. Superarlos es complicado, no basta con conocer a un musulmán o dos ni leer la prensa, hay que profundizar. Mi propósito es preparar a la gente para este diálogo.
-¿Son las religiones las que tienen que dialogar? ¿No sería mejor que dialogaran las civilizaciones, sin injerencia de las creencias?
-Los profetas del ateísmo, como Feuerbach, Marx o Freud, proclamaron el fin de la religión. Era una opinión ilusoria, una falsa profecía. No es posible un mundo ateo, porque la religión puede crear enemistad, odio y guerra, pero también entendimiento, reconciliación y paz.
-¿Por ejemplo...?
-En muchos países ha contribuido a que cambios radicales se realicen sin sangre. En Sudáfrica se terminó con el apartheid, en Polonia y en la RDA hubo, no revoluciones de las armas, sino revoluciones de las velas. También en Iberoamérica ha ayudado a la reconciliación.
-En otros lugares los sentimientos religiosos han desatado guerras y matanzas.
-Muy cierto, y soy el primero que critica a las religiones cuando lo merecen, aunque también hay que reconocer sus efectos positivos. Sería estúpido criticar a la música porque algunos ejércitos llevan bandas de trompetas para animar al combate.
-Sin necesidad de ser ateo, ¿no sería más conveniente, para estas cuestiones, ser laico?
-Desde luego, pero dentro de un orden. El Islam ha tenido experiencias laicas, como Atatürk en Turquía, y en Europa no queremos una sociedad clerical, con normas romanas en materia ética. Pero en el otro extremo tenemos a Francia, donde la separación religión-Estado impide la enseñanza de estas materias en la escuela.
- ¿Y eso es malo?
-Lo es, porque le quitas algo a la gente y no le das nada a cambio. Todos estos jóvenes que han perdido la fe tradicional, ¿en qué tienen fe ahora? ¿En la República Francesa? ¿En el presidente Chirac? Sólo creen en el fútbol. Entre clericalismo y laicismo a ultranza hay un término medio, que es la tolerancia, la formación elemental de la juventud y el reconocimiento del otro.
-¿Cuál es la gran virtud del Islam?
-Que no separan fe y vida pública. Además, tienen una fe muy concentrada y sencilla, y para un cristiano es un desafío, porque no es fácil explicar dogmas como el de la Trinidad a un musulmán.
-Ni siquiera es fácil explicársela a un cristiano...
-(Mira con ojos desorbitados y suelta una carcajada) ¿Eso lo ha dicho usted, no yo!
-Después de profundizar y comprender tanto el Islam, ¿no ha sentido la tentación de convertirse?
-Cuando uno está seguro de sus convicciones, el diálogo sólo las refuerza, nunca las debilita. Estudiar a Jesús, sus palabras, sus gestos, sus luchas, sus conflictos, su mensaje, me ha dado la mejor razón para seguir siendo cristiano. Él me da la respuesta a por qué es mejor amar que odiar, ayudar que dañar y ser veraz que mentir.