Nervioso adiós de un juez
Actualizado: GuardarTras su declaración ante el juez Grande-Marlaska, de la Audiencia Nacional, y tras dos días en prisión incomunicada por supuesto delito de colaboración terrorista, dos empresarios navarros, que salieron ayer esposados del despacho del juez, fueron puestos por éste en libertad sin la menor medida cautelar, ya que el fiscal se negó a solicitarla. También se había negado el fiscal a acusar a los empresarios del delito que el juez les imputaba. Grande-Marlaska deberá devolver este fin de semana el juzgado numero 5 de la Audiencia Nacional a su colega Baltasar Garzón, quien regresa a Madrid de una larga estancia en Nueva York, donde ha vivido un largo año y pico sabático, estudiando y analizando las diversas vertientes del terrorismo internacional. Los juzgados parecen adquiridos así en propiedad por los jueces que han lucido en ellos sus habilidades legales y mediáticas, de las que Garzón se había mostrado en el número 5 como fabuloso experto. En sus últimas semanas calentando la silla judicial a Garzón, Grande-Marlaska había gozado o sufrido el honor de verse elevado a símbolo antiterrorista por algunos medios informativos, y por el partido en sintonía con ellos. El mérito del juez no había sido otro que el de aplicar la ley, con la prudencia exigible para que, en cada circunstancia, una puesta en libertad o un encarcelamiento no produjeran daños superiores a los que se pretendía evitar o corregir. Pero en la última semana, mientras la cuenta atrás del regreso de Garzón iba desgranando sus últimos segundos, al despacho de Grande-Marlaska llegaba una información añadible al sumario abierto hacía ocho años por Garzón sobre la red de extorsión hilvanada por ETA para cobrar su llamado impuesto revolucionario. Y había nombres concretos en los documentos incautados en la operación policial franco-española del pasado día 21. Dos empresarios navarros aparecían en la contabilidad de ETA como extorsionados que habían accedido a la extorsión. Sobre la responsabilidad de entregar dinero a una banda terrorista, incluso bajo amenaza de muerte, se ha escrito algo y se ha pensado mucho, pero el pensamiento y la escritura siempre se han producido en el contexto de terror creado por ETA, o como análisis de ese contexto. Es decir, el rechazo de la extorsión no era un simple acto de voluntad sino que, además, implicaba una fuerte dosis de temeridad o de heroísmo. La prueba es la larga lista de empresarios asesinados por desatender el requerimiento extorsionador.
Este juez que va a ser reemplazado el sábado que viene, y al que se le ha encontrado otro acomodo en la Audiencia Nacional, también ha elevado su imputación a un dirigente del PNV, Gorka Aguirre, quien para no venir hoy a declarar ante Grande-Marlaska ha alegado oportuna e inteligentemente una intervención quirúrgica. Sólo habría faltado, como llegó a acariciar ayer la dirección del PNV, que toda la plana mayor nacionalista se presentase hoy en la Audiencia Nacional, flanqueando a Gorka Aguirre, para declararse culpable solidaria, aunque piense que el compañero imputado es inocente. Lleva el PNV dos días lanzando ataques muy duros contra el juez que, tal vez involuntariamente, se ha convertido en estrella fugaz. Le quedan sólo cuatro días al titular del juzgado nº 5 para manejar este asunto de la extorsión etarra aplicando sin faltar a la ley ni menospreciar las circunstancias. Y entre las circunstancias figura la de que una víctima de ETA, aunque haya sobrevivido pagando el precio de su vida, no se convierta después en víctima del Estado, como afirmaba ayer el consejero de Justicia del País Vasco, Joseba Azcárraga.