INSTRUCTOR. Grande-Marlaska abandona Irún tras los registros practicados en esa localidad. / EFE
ESPAÑA

El juez investiga si dirigentes del PSE y del PNV fueron mediadores de la red de extorsión de ETA

Marlaska ha apartado del sumario al máximo jefe policial de la lucha antiterrorista por ralentizar las pesquisas En las escuchas telefónicas realizadas aparecen diálogos entre un alto cargo socialista y el entorno 'abertzale'

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El juez de la Audiencia Nacional Fernando Grande-Marlaska investiga si varios políticos del Partido Socialista de Euskadi (PSE) y del Partido Nacionalista Vasco (PNV) podrían haber jugado un papel de «mediación» en el pago de importantes cantidades a la desarticulada red de extorsión de ETA, que operaba en la frontera hispano-francesa. En las indagaciones abiertas por el magistrado han aparecido los nombres de algunos políticos socialistas vascos. No obstante, fuentes del caso aseguran que en las pesquisas sólo aparece y de forma tangencial el nombre del dirigente del PNV Gorka Aguirre. La investigación sobre el aparato de recaudación del denominado impuesto revolucionario ha provocado un abierto enfrentamiento entre el magistrado y la jefatura antiterrorista de la Policía, que quiso posponer las redadas de esta semana en Guipúzcoa y Alicante.

Según informaron ayer fuentes de la lucha antiterrorista, las pesquisas de Grande-Marlaska se centran ahora en determinar la relación de socialistas vascos con algunos de los detenidos. En los pinchazos telefónicos a los cinco arrestados en España han aparecido conversaciones de abril y mayo de uno de los máximos dirigentes del PSE y habitual interlocutor con el entorno abertzale. En estas llamadas, el responsable socialista hace gestiones para que los recaudadores ahora detenidos rebajen a un empresario, habitual pagador del impuesto revolucionario, la cantidad exigida por la banda terrorista, aunque en ningún momento se ofrece a trasladar dinero o hacer otras gestiones posteriores.

Un papel diferente en este entramado, según las pesquisas de la Comisaría General de Información, sería el del encargado de relaciones exteriores del PNV y miembro de la Ejecutiva de esta formación, Gorka Aguirre, que estaría «más implicado» en esa «mediación» entre los extorsionadores etarras y los empresarios chantajeados. El 18 abril, la Policía intervino una llamada en la que el supuesto jefe de la red, el detenido Joseba Elosúa, además de alertarle de que las cartas de exigencia del impuesto revolucionario iban a terminar, le citó dos días después en el bar Faisán de Irún (Guipúzcoa).

Pesquisas

Los seguimientos de los agentes de Información permitieron constatar que el dirigente peneuvista acudió el 20 de abril a esa cita y que abandonó el bar con varios sobres, supuestas cartas con mensajes extorsionadores dirigidas a empresarios de Vizcaya. Los agentes investigan ahora si el pasado 3 de mayo Aguirre pudo regresar a una sidrería de Rentaría para entregar unos 60.000 euros del pago del impuesto revolucionario.

Al mando de la investigación para determinar la relación de los políticos con la red de extorsión no estará, como le correspondería, el comisario general de Información de la Policía, Telesforo Rubio. Esto se debe a que el juez Grande-Marlaska le apartó del caso en la primera quincena de mayo por considerar que no acataba al pie de la letra sus órdenes y que demoraba la investigación sin motivo.

Tras marginar al comisario general, el magistrado designó como responsable de la investigación a un simple subordinado de Rubio, el inspector jefe B., al que tiene prohibido desde entonces hablar con su superior y al que obliga a despachar sólo con el personal de la Audiencia Nacional. Según fuentes de la investigación, los desencuentros entre el juez y el jefe antiterrorista se remontan a febrero cuando Grande-Marlaska, en coordinación con la justicia francesa y la Fiscalía, decidió reactivar la investigación sobre la extorsión a pesar de que Rubio y sus más cercanos colaboradores veían que el caso no llevaría a ningún sitio.

Cruce de escritos

Después de varios enfrentamientos a costa de retrasos en la trascripción de las escuchas telefónicas y supuesta falta de información al juez, ambos se enzarzaron en un cruce de escritos por las demoras de Rubio en dar cuenta del resultado de los seguimientos a los miembros de la trama realizados entre el 4 y el 6 de mayo por quince coches k (camuflados). Este episodio terminó con el fulminante apartamiento del comisario jefe de Información de la investigación, algo que nunca antes había sucedido en la lucha antiterrorista.