LA GLORIETA

En manos de manu

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Cambiar de peluquero (mi amiga G dice que le llame estilista, pero yo es que peco de sencilla) es una decisión arriesgada. Mucho peor que cambiar de ginecólogo o -para poner un ejemplo que entiendan los hombres-, más grave que dejar a tu mecánico. Yo he calibrado la posibilidad de coger un avión para ir a cortarme el pelo a unos cuantos kilómetros de aquí, pero una voz, que no era la de mi conciencia, sino la de mi tarjeta de crédito, me recordó que yo no era Paris Hilton.

Hace una semana me decidí. Vete a donde Manu, me dijeron mis compañeras. Yo me encomendé a la Virgen de la Altagracia, que siempre me ha funcionado muy bien en estos casos, y me lancé. Cuando llegué al local, después de ojear todos los ¿Hola! que pude (esa es otra de las razones por las que una va a la peluquería) me senté frente al espejo. Le dije: «Hazme el corte de Sienna Miller». Aquí, hago un breve inciso: cuando una dice que quiere el corte de Meg Ryan no es que quiera parecerse a ella, sino que quiere que Russell Crowe babee por ti. Pues en eso estaba yo pensando cuando vi el de Sienna Miller. Yo lo que quiero es que, según salga de la pelu, Jude Law me recoja en su limo.

Lo mejor del caso y para no aburrir: Manu sabe quién es Sienna Miller y cuántos cortes ha llevado y eso me da tanta tranquilidad como que tu cirujano sepa dónde queda tu bazo.

Y para terminar. Cuando hablamos del estilazo que tenía Sienna, él me dijo: «Y ahora vamos a hablar del corte». Me emocioné hasta las lágrimas. Casi me doy la vuelta y le abrazo... si no fuera porque una tiene una reputación que mantener.