La sonrisa vertical
Actualizado: GuardarPues ya lo saben ustedes. Dentro de diez años esta ciudad se habrá transformado en otra gracias a los grandes proyectos que nos van dando a conocer por entregas para mantener la atención y conseguir que la expectación vaya subiendo conforme se acercan las elecciones municipales. De aquí a diez años tendremos un nuevo hospital, una nueva Facultad de Medicina, el puente más alto de Europa -¿Guiness, tal vez?-, unas torres gemelas por donde antes pasaba el tren, pisos más baratos y más nuevos para todos, bibliotecas en todas las esquinas, el casco antiguo rehabilitado -¿quizás esperan a que se caigan todas las casas?- el centro de la ciudad peatonal, miles de aparcamientos subterráneos -Cádiz hueco tampoco es mala marca- para recibir a los miles de coches que entrarán por el puente más alto y más largo y más caro de Europa, la Zona Franca convertida en centro experimental de arquitectura, rellenos en cualquier boquete del litoral, conexión entre Astilleros y la Avenida, un estadio de primera para un equipo de ni se sabe, plaza de toros multiusos -aunque no haya tradición, Cádiz saca los cuernos también podría ser marca- el tranvía del deseo atravesando el casco histórico entre motos y coches que no caben en el aparcamiento subterráneo y que no saben que el centro es peatonal, la Punta de San Felipe convertida en enclave de ocio diurno, playas en la Alameda, alamedas en las playas, barbacoas sin parcelas y conciertos autorizados, la plaza de Sevilla terminada -¿de aquí a diez años?- el vestíbulo de la estación inaugurado, taxis aguardando la llegada de los trenes, y la gran plaza del mar equipada con topografías habituales -menos mal- convirtiendo Canalejas en el Hyde Park de los gaditanos, con zonas verdes más extensas del Parque Genovés -que tampoco es mucho decir, vamos-, con actividades de ocio y culturales -qué empeño, siempre sale un libro-, la recuperación del Castillo de San Sebastián, la recuperación de espacios urbanos en La Caleta -¿más, todavía?- y grandes centros. El museo del Carnaval, con su impactante y vanguardista diseño que contrasta con las casas que se caen alrededor, el Centro de Arte Contemporáneo, el Centro de Flamenco, Cádiz ciudad del títere -eso ya casi lo somos- Cádiz ciudad del Teatro -pelín pretencioso- Cádiz ciudad de la música, Cádiz ciudad de las Artes, Cádiz ciudad de la Justicia Centros de interpretación de la ciudad -lógico, después de tanto cambio no queda más remedio que explicarla-, puesta en valor del Cádiz fenicio, del Cádiz romano, del Cádiz musulmán, del Cádiz medieval, del Cádiz barroco, del Cádiz ilustrado, del Cádiz liberal y el Bicentenario.
No, no está mal la marca. Cádiz, la ciudad que sonríe. Sonreímos. Incluso hay quien se ríe. A carcajadas.