Editorial

El vínculo atlántico

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La cumbre entre la Unión Europea y los Estados Unidos que empezó ayer en Viena es una buena muestra de la mejora de relaciones de los europeos con la Administración Bush; recuperación del diálogo que ha tenido lugar casi con independencia de los cambios de gobiernos ocurridos en el Viejo Continente. Desde la guerra de Irak, y sin que se pueda hablar de sintonía total, y mucho menos de idilio, ambas partes han hecho un esfuerzo de moderación y pragmatismo para superar la división de la comunidad atlántica. Es evidente que la influencia de la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, sobre el presidente Bush se ha hecho notar en su segundo mandato y éste procura ahora resaltar los valores comunes y hablar de los proyectos en marcha, en lugar de tratar de imponer los criterios de su Gabinete a los aliados europeos. En dos casos muy importantes para la estabilidad mundial, Palestina e Irán, la compenetración y la colaboración han sido muy elevadas. De hecho, en ambos casos, europeos y norteamericanos han enviado el mismo mensaje al Gobierno islamista de Hamas y trabajan sobre la misma vía diplomática para disuadir a Teherán de convertirse en una nueva potencia nuclear. Otros ejemplos de la recobrada cooperación son Rusia, en donde la presión de Washington es fundamental para que el presidente Vladimir Putin asegure el suministro energético a los europeos, y la estabilización de Afganistán, donde la asunción de responsabilidades por parte de las tropas de la OTAN es cada día mayor. Incluso la salida pactada de Irak que está preparando el primer ministro italiano, Romano Prodi, o la cuestión del intercambio de datos de pasajeros de líneas aéreas, que sigue adelante a pesar de algunas dificultades jurídicas recientes por parte de la justicia europea, ilustran claramente el buen estado de entendimiento entre Washington y Bruselas. Pero como en toda buena relación, y gracias precisamente a ese clima positivo, Washington y Bruselas van a abordar también temas complejos y delicados como el cierre de Guantánamo reclamado por la UE y deseado por el propio Bush, el asunto de los vuelos de la CIA a través de aeropuertos europeos con el conocimiento de los Gobiernos de los países implicados o el de los visados en EEUU para los nuevos Estados miembros y Grecia. Estados Unidos y la Unión Europea están obligados a entenderse porque son dos pilares fundamentales de los valores democráticos y los mejores ejemplos del Estado de Derecho.