Gallinas en Zona Franca
Actualizado: GuardarLlevo dos semanas mirando planos, ojeando cartografía y comparando algunas fotos antiguas de Cádiz con las imágenes virtuales de la nueva ciudad que ha cocinado la alcaldesa, Teófila Martínez. Son doce ideas a modo de propuesta que servirán de guía para cuajar el futuro plan urbano. Reconozco que lo de revisar proyectos y estudios de detalle obedece a una deformación profesional por el urbanismo, pero resulta tan gratificante en algunos casos como admirar el dobladillo de una minifalda.
Según desvelan las imágenes que están colgadas en el Centro Cultural del Palillero, la alcaldesa y su equipo han dibujado una ciudad de ciencia ficción que, de llevarse a la práctica -soñar no cuesta nada- convertiría a Cádiz en el pequeño Mónaco del Atlántico o en una Tacita de Plata con baño de oro. No es broma. En los bocetos aparece una ciudad con puertos deportivos, torres de diseño vanguardista y barrios perfectamente alineados mirando al mar. Desaparecen del mapa urbano los polígonos y se abre el espacio a zonas ordenadas para albergar oficinas. Sin embargo, en este nuevo sky land de Cádiz echo en falta el corral de gallinas que hay en lo alto del restaurante Zona Franca. Los urbanistas municipales se han olvidado de incluir, aunque sea de forma virtual, este gallinero donde su jefe funciona como un reloj-despertador cada tarde y nos recuerda con un nítido kikiriki la hora de hacer la primera del periódico. Si El Koala ya es un clásico con el Opá, viazé un corrá, el gallinero de Zona Franca es un respiro para quienes vemos tejados de uralita y naves industriales. Tanto queremos al gallo y al corral de Zona Franca que hasta lo llevamos de politono en el móvil.