Otros modelos
Actualizado: GuardarEn un territorio musical como el gaditano, habituado a un formato de espectáculo apegado a lo convencional y que aún sigue contemplando la interacción artística como un área insegura, confusa y circunstancial, la presencia de Down Baluarte Primer Encuentro Musical y Visual de Cultura Urbana ha supuesto una inyección de moral para los nuevos modelos. Unos patrones ampliamente consolidados en otros mercados pero que en nuestro país todavía se encuentran en una fase casi seminal a la espera de que el éxito, creativo y de público, les indique la ruta de una consolidación donde el conjuntado esfuerzo de iniciativa privada y de un sector público, por sistema temeroso ante cualquier atisbo de riesgo, se antoja crucial.
El compromiso de Down Baluarte no se ha quedado en la definición de un renovador marco estructural. Además de subrayar su talante multidisciplinar definiéndose no sólo como un festival de música, sino como una pasarela centrada en distintas expresiones artísticas urbanas como la creación y exposición de graffiti y el arte digital (en realidad, la etiqueta Down responde a una contracción de Download a modo de oculto guiño a las nuevas tecnologías), su objetivo primordial ha apuntado a las tendencias más pujantes como laboratorio de trabajo y escenario de exposición.
En el contexto musical, la elección de la cultura hip hop y la electrónica como géneros musicales en torno a los cuales Down Baluarte ha estructurado su cartel, ha expuesto meridianamente la autoridad que ostentan en su ideario las dos grandes revoluciones vividas por la música popular en las últimas cuatro décadas. Dos ámbitos creativos imposibles de desligar tanto de una noción vital cada día más universalizada como de una estética audiovisual que ha jugado decisivo papel en sus contenidos.
Dos patrones tópica y exclusivamente adscritos al mercado joven pero que paulatinamente han ido ganando parcelas de influencia entre públicos más maduros y veteranos, educados en nociones más próximas al rock o al pop, géneros con los que tanto hip hop como electrónica ya han tendido normalizados puentes de entendimiento y compactación.
Finalmente, la apuesta por el mediano formato, en un marco de profunda y conocida definición histórica como el gaditano Baluarte de la Candelaria, ha logrado concretar un espacio y un aforo, en principio, adecuados para la repercusión de un cartel, encabezado por DJ Vadim y Eclectic Method pero en el que - otro acierto- no ha faltado una notable presencia local.
Una nómina que ha conectado criterio creativo y pegada popular. Una atinada elección que ha favorecido la inserción social y cultural de una manifestación en formato de encuentro, de momento aislada y discontinua, que pide a voces más espacio y presencia en la, a menudo, conservadora y acomodada oferta provincial.