LA PALABRA Y SU ECO

Paisajes cercanos

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Ahora que los nacionalismos están otra vez de moda, no estaría mal echar una ojeada a la historia del arte y constatar cómo quienes mejor han sabido expresar el amor por su tierra lo han hecho al margen de tópicos y consignas. Para entender a Cataluña, por ejemplo, es mejor leer los poemas de Salvador Espriu que ir de montaña a visitar a la Moreneta acompañado de porrón y barretina. O para disfrutar de la esencia florentina, nada más oportuno que refugiarse en la marmórea anatomía de las estatuas de Miguel Ángel. Hay artistas que hacen suya la tierra tan sólo con mirarla, y en su posterior representación saben extraer de ella su raíz más profunda. No hay ya campos de Castilla sin Machado o los lienzos de Caneja, como no hay Provenza sin los colores de Cezanne. La habilidad de estos hombres ha consistido en acercarse al paisaje libremente, desgajarlo un poco de su escenario habitual y sacudir la caspa y el polvo que las falsas tradiciones han dejado caer sobre su decorado, sin dejarse atrapar por la gregaria melopea de la historia local.

La fotógrafa jerezana Lola Gutiérrez, dueña ya de una larga experiencia profesional, ha intentado rastrear este procedimiento para mostrarnos la clara faz de la provincia gaditana desde una perspectiva limpia y luminosa. Bajo el título de Paisajes cercanos: Cádiz, ha reunido una serie de piezas maravillosas que en estos días se exponen en Madrid, en la vanguardista galería Arteara. Con su cámara a cuestas, la autora se ha recorrido toda nuestra provincia y ha sabido captar la realidad desde una mirada suspendida y atenta, mostrando un lugar que siendo el mismo que los demás pisamos cotidianamente, es distinto a la vez, porque está desprendido de las referencias geográficas inmediatas. Por ejemplo, un pinsapo de Grazalema, una viña de Jerez, la barcaza del Guadalquivir saliendo de Bajo de Guía, la playa del principio del puente de Cádiz, un cortijo semiabandonado: todas estas estampas solitarias, autónomas, recobrando el papel que le otorga el desgajamiento, y a la vez rezumando un auténtico humus que les hace pertenecer a la tierra donde están enclavadas.

Como si utilizara un zoom interior, la pupila de Lola Gutiérrez se acerca poco a poco al objeto y, sin dejar ver su alrededor, tiene el arte de mostrarnos todo el conjunto en la parte fotografiada. Dentro de los límites del árbol podemos recibir la luz de toda la comarca. O contemplando un trozo de mar sentimos todo Cádiz. La indagación es hacia dentro, sin desbordar los límites que la propia artista se impone, y en ese camino logra su absoluta libertad. Es un ejercicio del que participa quien contempla las fotos, haciéndole sentir también más libre, pero ayudándole, a la vez, a descubrir el misterio de nuestra propia tierra. Sería deseable que esos Paisajes cercanos estén pronto cerca de Cádiz y Jerez, como espejo o ventana donde sus habitantes se asomaran.