El imperio y su metrópoli
Inglaterra puede asegurar esta tarde su pase a octavos de final si derrota a la sorprendente Trinidad y Tobago
Actualizado: Guardar«Somos más que un sentimiento», dijo David Beckham poniéndose trascendental. «Tenemos detrás la pasión de todo un país». Y a pesar de que la declaración puede quedar algo cursi, el galáctico del Real Madrid está en lo cierto. Inglaterra levanta orgullosa la cruz de San Jorge, su patrón, aquel joven que rescató a una belleza rubia de las fauces de un dragón. Northampton, Oxford, Brackley, Londres... Comenzó el Mundial y todo aquel que se acercó a Silverstone al Gran Premio de F-1, vio la cruz roja sobre fondo blanco ondeando en balcones, pubs y, sobre todo, coches. Una marea de banderines para apoyar la tesis de Beckham. Un país cautivado por el fútbol y su vanidad patriótica.
Inglaterra se puede clasificar esta tarde (18.00 horas) para los octavos de final si gana a Trinidad y Tobago, lo que serviría para esquivar a Alemania en el siguiente cruce. Y lo puede hacer con Wayne Rooney, propietario del metatarso más minuciosamente escrutado de la historia actual. Eriksson reconoció que el atacante del Manchester no tiene la condición física para ser titular ¯se lesionó el 29 de abril¯, pero sí para actuar en la segunda parte.
Interés nacional
Como se trata de un asunto de interés nacional, el sueco Eriksson no ha querido lanzarse sin red al vacío. Se comprometió a alinear al delantero del Manchester United siempre que dos expertos del Queen's Medical Centre de Nottingham (Angus Wallace y Chris Moran) certificaran que el pie derecho de Rooney no corre ningún riesgo de recaída por saltar al terreno de juego.
El rival de Inglaterra es una de sus antiguas metrópolis y con seguridad, la nación más pequeña presente en el Mundial. Trinidad y Tobago sólo tiene un millón de habitantes. Se trata de una tierra de grandes velocistas (Ato Boldon), y la mayoría de sus futbolistas compiten en las divisiones inferiores de Inglaterra. El conjunto caribeño, el cuarto de esta zona del mundo que participa en un Mundial, porta como abanderado al veterano Dwight Yorke, el delantero centro de aquel Manchester que ganó la Liga de Campeones en 1999 en el tiempo de prolongación y con los jugadores del Bayern Munich derrumbados sobre el césped del Camp Noy. Será el reencuentro entre David Beckham y Yorke, que hoy apura sus últimas bocanadas de fútbol en el Sydney australiano.