Gol en la puerta de Brandenburgo
Las aficiones de Alemania y Polonia ofrecieron un ejemplo de concordia; miles de ellos vieron juntos el partido en Berlín sin ningún incidente
Actualizado: GuardarLas cifras no mienten. La famosa milla de los aficionados de Berlín, es el estadio más grande del mundo y donde hace sólo 16 años se levantaba en una de sus porterías un odioso muro que dividía la ciudad y el país. Anoche, la famosa avenida 17, cerrada al tráfico desde la Columna de la Victoria hasta la emblemática Brandenburger Tor, fue ocupada por casi medio millón de espectadores con un deseo común: aplaudir los goles de los dos polacos más famosos de Alemania, Podolski y Miroslav Klose.
La multitud ofreció un espectáculo espléndido de convivencia, que demostró una vez más que el deporte rey, el fútbol, es un arma eficaz para unir a los pueblos. Anoche, alemanes y polacos, a pesar de las profundas heridas de la guerra, gritaron desesperados cuando había peligro de gol. Durante noventa minutos, la ansiedad invadió la noche, hasta que Neuville logró lo que parecía imposible.
El desenlace de la jugada electrizó al público que gritó con toda la fuerza de sus pulmones la palabra mágica. «Tooor». (¿gol!).
Fue el comienzo de un carnaval. Decenas de miles de alemanes se abrazaron, gritaron con emoción el nombre del héroe, algunos se fundieron con los aficionados polacos que, con la tristeza marcada en el rostro, aceptaron el destino manifiesto e iniciaron el regreso a sus hogares entonando el nuevo grito de guerra que hace soñar a todo el país. «Berlín, Berlín, wir fahren nach Berlín». «Berlín, Berlín, vamos a Berlín».
Desde anoche, los alemanes comenzaron a soñar con la gran final. Aunque todavía la selección debe vencer muchos obstáculos, el ambiente que se respiraba anoche puede convencer de que Klinsmann está en buen camino de igualar la hazaña de Beckenbauer, campeón como jugador y entrenador.
«Jürgen, Jürgen», gritó la multitud en la avenida 17 de julio, feliz del excelente rendimiento del equipo, que luchó desesperadamente por el triunfo. «Seremos campeones», cantaban los aficionados. A lo largo de 2,4 kilómetros, el medio millón de personas que abarrotó la avenida ofreció un ejemplo de convivencia y alegría, que volvió a demostrar que todos los temores que existían antes de la inauguración del Mundial eran infundados.
En tan solo cinco días, más de dos millones de personas, en su gran mayoría alemanes, han visitado la famosa milla, han consumido 1,6 millones de litros de cerveza, 1,5 millones de salchichas asadas y han protagonizado, quizás, la mayor fiesta popular que recuerde la historia de la ciudad.
Mientras, en Dortmund, la ciudad que fue escenario del partido entre las selecciones de Alemania y Polonia, la policía detuvo preventivamente a 120 fanáticos alemanes y a 60 polacos para evitar incidentes antes del encuentro.