Marrón y cuenta nueva
Actualizado: GuardarEl Tribunal de Cuentas, antes de que no le salgan, reclama al Parlamento que prohíba perdonar las deudas de los partidos, lo que en su criterio constituye una fuente de financiación privada. A los ciudadanos normales nos conmueve la generosidad y el desprendimiento de las entidades financieras. A pesar de no tener la menor práctica en el ejercicio de la sublime virtud del perdón, la ejecutan con garbo mediante un procedimiento que nunca falla: no ejecutar las órdenes de embargo.
Nada menos que 28 veces se ha aplazado la reforma de la Ley de Financiación de Partidos Políticos, que data de 1987. El lema de los Bancos bien puede ser «Perdónales sus deudas a las organizaciones, así como no les perdonamos ni una a los particulares».Siendo magnánimos con los diferentes partidos, que no se diferencian gran cosa en eso de necesitar dinero, se tiene la garantía de que el vencedor de las elecciones, el que sea, estará obligado a la gratitud.
Los accionistas de las grandes entidades deben perdonar a los que toman la decisión de condonar las deudas, ya que saben muy bien lo que se hacen. Si se tragan el marrón y hacen cuenta nueva es porque saben que su estómago está acondicionado para digerirlo.
Nadie puede impedir que quienes nos prestan dinero a interés se sientan de pronto desinteresados. Lo mismo que no se puede ser sublime sin interrupción, tampoco se puede ser sórdido y además hay que reconocer que en los partidos políticos que actualmente disfrutamos, junto a la consabida pobreza mental, existe la económica. Unos se nutren de donaciones y otros se valen de condonaciones. También hay otras vías, pero nadie conoce a los guardagujas. En cualquier caso no debemos temer por el futuro de los perdonadores de deudas: piensan cobrárselas todas juntas.